Desarrollo humano y social
 ¿Del sismo al sueño? ¿Y ahora qué?
26 septiembre Por: David Sánchez Sánchez
Pin It

 

La primera madrugada del terremoto tuvo el contraste de las luces de Fiestas Patrias decorando pueblos y capitales en medio de una destrucción. Voluntarios llegados de todas partes nos concentramos en el zócalo de Puebla para intentar hacer llegar las primeras ayudas. Allí aparecieron de madrugada seis ¨ángeles¨ de medicina de UPAEP ofreciendo sus servicios ante emergencias. En  la mañana organizamos un ¨convoy¨ a Atlixco al grito de ¨se necesitan voluntarios¨ donde Vania puso todo el corazón y más. Sus hijos pequeños la llamaban al celular pidiéndole que regresara pronto y ella los calmaba diciendo que tenía que hacer algo muy importante que ya les explicaría. En el hermoso Atlixco un grupo de alumnos puso lo mejor de sí: descargar, repartir, ¨cadeneros¨ para impedir el acceso a zonas a punto de derrumbarse… Entre ellos apareció mi ex alumno Aldo agradeciendo emocionado que estuviéramos en su hogar. Él habría hecho lo mismo por nosotros. Un garrafón de agua con un rotulado ¨Fuerza México¨ se perdió entre las calles para un destino de esperanza. Fue entonces cuando ciudadanos pedían ayuda con carteles en las carreteras para Metepec y Tochimilco. Dos contactos más tarde Edit nos daba consejos para hacerles llegar la ayuda. Desde Epatlán e Izúcar sería Juan Alfonso el corazón que coordinó el material que les llegaba. Pasaron los días y llegamos a San Francisco Xochiteopan. Rocha puso toda su fuerza en el convoy junto alumnos de diferentes universidades y creencias. Antes de ser noticia de prensa llegamos a un pueblo con estructuras de adobe caídas en su mayor parte. Gente humilde, gente sabia, gente sonriente, gente amable, gente ejemplar… nos recibió con arroz y tortillas por si no habíamos comido en medio de su paisaje desolador. Todo lo que aportamos jamás llegará a pagar todo lo que nos llevamos de allí en nuestros corazones y como producto imperecedero de un llamado ¨Para Siempre¨. En mitad del monte, en mitad de un lugar que no aparece en los mapas me encontré a otros alumnos que venían con Cruz Roja en otro convoy. ¡Qué hermosa sorpresa! Un bebé dormía sin techo alguno junto a su joven padre que no pidió ni levantó la voz, solo cuando le insistimos reconoció que no podía moverse de allí por cuidar a su hijo y por eso no tenía ninguna ayuda aún; humildad a nivel máximo. Y del poco descansar vino en volver a ayudar. Los propios alumnos me localizaron para un nuevo convoy. Ashley y Martha, entre otros, mostraron su fortaleza en el camino a Xochitlán. Allí una anciana que había pedido ayuda a la Virgen de Guadalupe por sanarla de una enfermedad tuvo por destino el tener que ir al médico en el momento del terremoto evitando así ser sepultada en su propia cama por el muro y derrumbe que contra ella impactó. La Virgen de Guadalupe nos miró desde un pequeño cuadro sobre esa cama al llegar a ella. Su vecina nos pidió que rescatáramos sus rosarios y camas. Por su parte Doña Clara tenía fama de testaruda y ruda pero nos recibió en su casa como a unos nietos que llegan a casa por Navidad. Fer conducía el coche, vivió hasta los siete años en Tilapa y al pasar por Atzala, lugar de la tragedia en un acto de bautismo,  al oír su descripción supe por su tono de voz que ya es un gran hombre que solo tiene por techo las propias estrellas. En dos días dormimos dos horas pero a las cinco de la madrugada debíamos salir 80 personas hacia Coatetelco y Jojutla. Dos autobuses partieron como partieron muros sus ocupantes al llegar a ese lugar. No había polvo, sudor, falta de fuerzas o lamento que nos detuviera. 

Nos encontramos innumerables rostros desconocidos que se volvían familia con tan solo cruzar una mirada y una sonrisa. La palabra de ánimo no faltaba. No había un es mi comida, ese es tu coche, dame mi sombrero pues ese es tu celular… todo era de todos. Vivimos la unión en esos momentos descritos de alumnos de UPAEP, BUAP, IBERO, UDLAP… de católicos, mormones, ateos… Atrás quedaron tras cuatro intensos días Atlixco , Metepec, Tochimilco, Chiautla de Tapia, San Francisco Xochiteopan, Xochitlán, Coatetelco, Jojutla…

¿Y ahora qué? Dicen... Debemos volver a nuestros trabajos y nuestros alumnos a sus licenciaturas, a la vida ¨rutinaria¨ ¿y ahora qué? Comentan. A las voces críticas que desde la comodidad dicen ahora que tras una semana olvidaremos, las que gritan que antes del sismo ya había más de 50 millones de pobres en la República, las que hablan de la post contención como un mundo de corrupción, las que critican las fotografías no como evidencia de la realidad sino como presunción y arrogancia de aventuras... a todas ellas les diré que muchos de nosotros mañana seguiremos en la lucha como antes del sismo hicimos, desde nuestros trabajos, en nuestro estudio, en nuestras aulas, conversaciones, miradas y actos. Y aún con eso seguirán las acciones de apoyo en todo lo que podamos y nos permitan nuestros tiempos y capacidades. 

Ni antes éramos apáticos ciudadanos ni ahora somos héroes. Solo diré que lo que dice la hermosa canción de Fernando Delgadillo: ¨hoy hace un buen día para hablar de los que están aquí trazando a diario el bienestar de todo aquel que vendrá... hasta esta tierra fértil a la que un día arribarán¨. Duc in Altum.

Galerías