Generalmente, prácticamente la totalidad de los países no dudan en emplear a sus fuerzas armadas cuando ocurren eventos naturales que provocan desastres o emergencias. Esto se debe a que los militares disponen de inmediato de grandes contingentes disciplinados y entrenados en la actuación en equipo, a que cuentan con el soporte material necesario y a que se supone que los distingue una vocación de servicio que quizá falte en otras corporaciones. Lo que puede ser diferente entre los países es el momento en que estas fuerzas armadas intervienen: así, en la mayoría de las democracias occidentales, las autoridades civiles cuentan con cuerpos de auxilio técnico a la población en casos de desastre. Estos cuerpos son generalmente los primeros en intervenir, debido a su preparación específica, a su equipamiento especializado (por ejemplo en labores de Búsqueda y Rescate en Estructuras Colapsadas, BREC) y al alcance de sus áreas de acción, que muchas veces no se limitan al propio territorio nacional, sino que tienen capacidad probada para intervenir en territorios extranjeros con gran rapidez.
Uno de los mejores ejemplos de estas estructuras civiles de auxilio a la población civil lo encontramos en Alemania: el “Servicio Técnico Federal de Protección Civil” (Bundesanstalt Technisches Hilfswerk, THW), fundado en 1950 como una organización en todo el territorio de la entonces Alemania Occidental para apoyar a la población civil en casos no solamente de desastres naturales, sino también en caso de defensa nacional. Recordemos que comenzaba en esos años la “Guerra Fría”. Sin embargo, dicha oficina no estuvo nunca supeditada al Ministerio de Defensa, sino que, con toda intención, ha pertenecido siempre al Ministerio del Interior (el equivalente en México a la Secretaría de Gobernación del Gobierno Federal). Esto quiere decir que no se trata de una organización militar ni paramilitar, sino totalmente civil. En caso de una agresión militar que sufriese el país, los trabajadores del THW se encuadrarían, según la cuarta Convención de Ginebra, como civiles no combatientes, que por lo tanto no deben pelear y tampoco ser agredidos; esta es una situación similar a la de las tropas de sanidad, que se catalogan como militares no combatientes.
Una característica distintiva del THW es su enorme capacidad operativa: tiene alrededor de 80 000 miembros distribuidos en todo el país, de los cuales solamente unos mil reciben sueldo. Todos los demás son voluntarios. La presencia del THW en toda la geografía alemana, con equipamiento homologado, permite la rápida intervención en cualquier caso de desastre, con capacitación similar y con equipo de primer nivel. La sede de esta organización está en Bonn (recordemos que, a diferencia de México, Alemania está sumamente descentralizada). La capacidad técnica del THW se demuestra, por ejemplo, con un caso de hace unos días: en dos semanas, 60 técnicos de esta organización construyeron un puente sobre un río, para reestablecer la comunicación después de unas inundaciones, de casi 50 metros de largo y 200 toneladas de peso.
La pregunta entonces es: ¿cuándo intervienen las fuerzas armadas alemanas, en caso de algún desastre natural o de otro tipo? Respuesta: cuando las instituciones civiles, incluyendo al THW, se ven rebasadas por los acontecimientos. Es decir, prestan una ayuda subsidiaria.
En México la historia ha sido diferente. Históricamente, la reacción de los gobiernos ante situaciones de emergencia ha sido lenta y desordenada. En 1966, después de las catastróficas inundaciones causadas por el desbordamiento del río Pánuco, el Presidente Díaz Ordaz mandó formular un plan de auxilio a la población civil en casos de desastre. La institución gubernamental que se veía más adecuada para realizar esta tarea fue el ejército. Surgió así el Plan de Defensa Nacional no. 3 ante situaciones de emergencia (de ahí Plan DN-III-E). Ya existían dos planes más: el Plan DN I, para responder en casos de una invasión o ataque desde el extranjero, y el Plan DN II, para reaccionar en caso de una amenaza interna o para garantizar la paz social. El DN I nunca se ha puesto en marcha, pues desde las épocas de la Expedición Punitiva (1916-1917) no ha habido ninguna invasión extranjera más; el DN II se aplicó al principio del levantamiento zapatista en 1994 y nada más.
Ha habido intenciones de cambiar las denominaciones de estos planes, pero no se ha hecho con el DN III E debido a que ya está firmemente anclado en la conciencia colectiva e institucional del país. La Secretaría de Marina, por su lado, después de los terremotos de 1985 creó su “Plan Marina”, el equivalente naval del DN III E.
La diferencia fundamental frente a otros países en el mundo, es que en Europa, por ejemplo, las fuerzas armadas intervienen solamente cuando las autoridades e instancias civiles se ven imposibilitadas de enfrentar con éxito la emergencia. En México, la primera instancia en actuar está conformada por las fuerzas armadas, incluyendo a la Fuerza Aérea, de quien casi nadie habla.
Si bien esto no es lo ideal, pues las fuerzas armadas son generalmente la última opción que debe ser llamada a actuar, ya se ha institucionalizado en México la imagen de soldados, marinos (y pilotos) acudiendo con rapidez, eficiencia, generosidad y entrega a los lugares del desastre. Esto también ha ayudado a formar la buena opinión que en México se tiene de las instituciones armadas. Pero lo deseable sería que las autoridades civiles poco a poco adquieran la capacidad para poder auxiliar a la población civil en casos de desastre y que las fuerzas armadas, aprovechando su gran experiencia en estos temas, puedan colaborar en la formación de dichos cuerpos. Las autoridades civiles tienen su propio ámbito de acción, que en México, por comodidad, han dejado a los militares (seguridad, policía, guardia forestal, protección de objetos, guardia costera, ayuda en casos de desastre, etc.); ojalá estos puedan algún día dedicarse a las labores que verdaderamente incumben a su naturaleza y esencia.
Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Dirección de Posgrados en Ciencias Sociales
Grupo de Investigación en Ciencias Sociales (INCISO-UPAEP)