Tenemos una gran indiferencia social por los problemas que nos aquejan. No nos preocupamos por el vecino, por el compañero de trabajo, por la persona de la calle, por los vulnerables. Estamos fríamente endurecidos en nuestras soledades individualistas reconfortándonos en los centros comerciales y aislándonos en los teléfonos celulares. Tal vez toda la ética y todo el civismo se resuma en esta sentencia: “no ser indiferentes”.
Hemos permitido con nuestra pasividad que los criminales se apoderen de nuestras ciudades, de nuestros hogares, de nuestra paz. Hemos soportado con nuestro silencio que las autoridades que nos gobiernan, de cualquier color y tendencia, impongan su agenda e intereses, se preocupen por sus mansiones e inversiones millonarias en el extranjero, y nos dejen solos. Ellos, ya coludidos activamente con el crimen organizado, ya culpables por su inacción que hace que campee la impunidad, también son responsables directa y gravemente, del estado actual que guarda la Patria.
Hoy, 15 de septiembre, supimos que Mara Castilla había muerto y esto nos debe doler a todos. Nos debe solidarizar con su familia. Nos debe hacer elevar la voz al Cielo. Nos debe movilizar. Sí, porque una pobre hormiga que se opone a su adversario es aplastada con alevosía, pero si todas las hormigas salen unidas tienen fortaleza, inspiran respeto. Para que ninguna muerte ocurra de nuevo, se necesita de TODOS. Si todos estamos unidos, no será lo mismo, no será igual, no viviremos en el miedo que nos tiene postrados.
Pero el cambio lo comenzarán los jóvenes. Ellos, la única y más férrea esperanza que aún nos queda; ellos, que a veces me parecen adormilados y anestesiados, sé que en el fondo tienen una sangre que hierve por la justicia y la paz; ellos, que son el rostro actual de México, tienen la clave de la respuesta. Hace 43 años se fundó nuestra querida universidad, la UPAEP, gracias al arrojo y valentía de un puñado de jóvenes. Hoy deben seguir siendo los jóvenes quienes lideren este cambio social que urge en Puebla y en todo México.
¿Cómo haremos el cambio? Unidos. Con creatividad. Con exigencia. Con voz. Con paz. Con liderazgo. Con sueños. Con ansias. Con sed de justicia. Los jóvenes tienen que movilizarnos a todos; tienen que mostrarnos de qué está hecho este país. Aún quedan algunos buenos políticos por ahí; hay muchos buenos ciudadanos por allá. Busquémoslos. Animémoslos. Digámosles que no están solos. Acompañémoslos. SALGAMOS TODOS. Reclamemos la más básica de las justicias.
Todo aquel que ejerce el poder, y que es corrupto o que es incompetente, debe dejar el poder pronto. YA BASTA. El poder o está al servicio del pueblo o se sirve del pueblo… no hay término medio. Los que detentan el poder, o son magnánimos y generosos, como aquellos que nos dieron patria y libertad, o son causantes del naufragio que todos estamos presenciando. La soberanía radica en el Pueblo, y así como tenemos el poder de ponerlos, tenemos el poder de sacarlos. La revocación del mandato debe recordarles a los actuales gobernantes que el poder dimana del Pueblo y solamente a él pertenece por derecho.
Pero también los jóvenes deben prepararse para asumir el poder: el poder manifestado en las calles, el poder de los medios de comunicación, el poder político. Deben ser ellos quienes venzan la indiferencia, quienes construyan la futura casa de todos, quienes encabecen el cambio. Sepan, queridos jóvenes, que nos vamos a sumar todos, los vamos a apoyar todos. Estaremos allí, a su lado. ME PONGO A SU SERVICIO, porque en ustedes está mi presente y mi futuro, en ustedes está mi esperanza. Sepan que todos los mexicanos queremos justicia y dignidad, paz y bienestar; no los dejaremos solos.
Con afecto,
Jorge, profesor de la UPAEP.