Por: Akari Reyes García
Alumna del primer semestre del Bachillerato Santiago
Creo que en la vida hay momentos mágicos, no me refiero a un viaje de vacaciones en la playa más hermosa del mundo, puede ser simplemente reírte de la nada o tal vez mirar las estrellas del cielo en plena noche. No hay lugar más perfecto o más lujoso que donde tú te sientas a gusto. No es la cena cocinada por el mejor chef, pueden ser los tacos de la esquina. No hay persona perfecta sino la indicada.
Comprendí todo esto hace una semana, cuando escuché a una chica de preparatoria hablar del tiempo, de lo rápido que pasa y no regresa. Ella me contó que tres años atrás era una pequeña imaginándose la vida de una estudiante en secundaria; resaltaba que tenía poca magia su vida, no sabía qué sentido darle al tiempo que había pasado desde que era una niña, pues lo había invertido en comprar el par de zapatos más caro de una tienda departamental, el mejor perfume de París, el anillo con más diamantes del mundo. Sin embargo no había experimentado de verdad una cena en familia o una salida con amigos. Para ella la palabra “vida” estaba sustituida por “infelicidad”.
De esta forma comprendí que los seres humanos somos tan materialistas que nos olvidamos de lo que realmente importa, nos olvidamos de la felicidad y la magia de la vida, del amor y el valor de cada momento. La vida es tan bella y genial que, cuando nos damos cuenta de lo que realmente vale, ya ha pasado el tiempo. De pronto descubrimos que ya no somos los chicos o jóvenes de secundaria o preparatoria; ya no somos los niños que jugaban a las escondidas corriendo a toda velocidad para decir “un, dos, tres por mí”, y mucho menos los adultos disfrutando la época de los 30; somos personas con los años encima que ven pasar el tiempo que se les fue de las manos, reflejado en las arrugas de la cara y en su sonrisa sin motivo alguno. Somos personas dejando pasar las mejores épocas, pero ¿cuál es la mejor época? Eso lo decides tú: puedes ser el adolescente malhumorado o el anciano más feliz, pero de eso te encargas tú, de hacer de tu vida la mejor época eterna, y a vivir en el tiempo no debajo o por encima de él, porque el instante, el presente es aquí, ahora, hoy, no mañana ni el próximo mes, simplemente es el instante para hacer de tu vida la mejor época eterna.
