Anunciado el tema de la primera asamblea plenaria de la Pontificia Academia para la Vida tras la reforma impulsada por el Papa a ese organismo. El encuentro será abierto por el propio Francisco con una audiencia privada y un discurso
Francisco no quiere acabar con la Pontificia Academia para la Vida. Al contrario, busca ampliar sus horizontes y sacarla de batallas ideológicas reduccionistas. Por eso apoyó su reforma. Ahora, ese organismo del Vaticano se alista a realizar la primera asamblea plenaria bajo el nuevo curso, guiado por su presidente Vincenzo Paglia. El encuentro, que será abierto por el Papa, analizará los desafíos de la vida humana en el sentido más amplio. Entre otras cosas, el clérigo aclaró: “El Instituto Juan Pablo II sobre matrimonio y familia no perderá su nombre. Decir lo contrario es mentir”.
“Acompañar la vida. Nuevas responsabilidades en la era tecnológica” es el título que llevará el encuentro de la Academia, previsto del 5 al 7 de octubre próximos. El primer día estará reservado estrictamente a los miembros del organismo y se centrará, casi exclusivamente, a la audiencia con el pontífice en el Palacio Apostólico. Las restantes jornadas incluirán un congreso público.
Entre los temas que se abordarán destacan: “Repensar la vida en la era de la tecnología”, “El ‘hombre experimental’. Reproducción, fabricación, generación”, “Paternidad, filiación, corporeidad”, “La tecnología a servicio de la justicia” y “Acompañar la vida en el paso a la muerte”.
“El congreso será emblemático, porque quiere delinear una perspectiva amplia de la vida. Hoy no podemos hablar por sectores, de otra manera damos batallas de retaguardia. Hoy está en juego la humanidad del hombre, la tentación de crear la vida, de manipular el universo. Aquí entran todos los problemas vinculados a la tentación de la omnipotencia, a la tentación de desafiar la inmortalidad, de convertir a la máquina en el nuevo ídolo o de la perfección del hombre sin límites. Son desafíos gigantescos que exigen una alianza, la más amplia posible”, explicó al Vatican Insider el presidente Vincenzo Paglia.
“Nosotros hoy, culturalmente, somos conscientes del riesgo del desastre ecológico. Incluso quienes lo niegan púbicamente como (Donald Trump). Esta conciencia no existe aún en el plano de la vida, nosotros queremos empujar el mismo recorrido que hicimos hace 30 o 40 años atrás con el desarrollo industrial. Antes no nos preocupábamos de la contaminación. Hoy, mientras algunos sólo se preocupan del aborto, ya estamos fabricando la vida, ya se está programando –con la robótica- la contaminación del hombre y de su humanidad. Por eso resulta indispensable involucrar científicos de otras perspectivas para que juntos veamos los posibles desastres (que ocurrirán) si no adquirimos una conciencia desde el inicio del proceso”, agregó.
La lista de relatores de la reunión de octubre incluye a Helen Watt del Anscombe Bioethics Centre, Oxford (Inglaterra); Henk Ten Have, director del Center for Healthcare Ethics de la Duquesne University (Estados Unidos); Marcio Fabri, profesor de ética cristiana en el Instituto de Estudios Superiores de San Paulo (Brasil), Kathleen Foley, neuróloga del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York (Estados Unidos) y Adriano Pessina, de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán (Italia).
Los moderadores y comentaristas son prácticamente todos miembros de la PAV salvo Graciela Moya, genetista de la Universidad Católica de Buenos Aires (Argentina); Chiara Giaccardi, profesora de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán; Setfano Semplici, profesor de ética social en la Universidad Tor Vergata de Roma (Italia) y Ana Borovecki de la Universidad de Zagreb (Croacia).
El nuevo camino de la Academia para la Vida del Vaticano ha desatado no pocas controversias. En la prensa especializada han circulado toda clase de rumores. Paglia decidió salir a desmentir “acusaciones, falsedades y detracciones”, aclarando que la voluntad del Papa es promover su trabajo y ampliar sus horizontes. Porque la Iglesia debe defender la vida no sólo antes de nacer y al momento de la muerte (en resumen, aborto y eutanasia).
Así, el clérigo también negó la existencia de una comisión secreta encargada de revisar (para supuestamente reformar) la encíclica “Humanae Vitae” del Papa Pablo VI, que en 1968 determinó la oposición de la doctrina católica a los métodos anticonceptivos artificiales. “No existe ninguna comisión, todo inventado”, precisó en una entrevista con el semanario español Alfa&Omega. Al mismo tiempo, rechazó la noticia según la cual el emblemático Instituto Juan Pablo II sobre matrimonio y familia sería cambiado de nombre.
“¡Es una locura! Estas son noticias falsas, una mentira dicha por quien no quiere entender. No sólo conserva el nombre, el instituto necesita ser reforzado. Queremos ampliarlo, darle prestigio en el campo internacional. Nosotros enriqueceremos las enseñanzas, fortaleceremos académicamente el instituto y conservará su nombre, Juan Pablo II. No puede ser de otra manera”, explicó.
“A mí me entristece que existan estas acusaciones, falsedades y detracciones. Lo que estoy diciendo es lo que se hará. He pedido a las conferencias episcopales que manden alumnos. Querían cerrar la sede australiana y yo me impuse, llamando a otro obispo para cambiarlo de diócesis pero para que continúe. Es más, propuse su apertura en algún país de África. Es indispensable reforzar el nivel cultural del instituto en su sede central, para que los afiliados puedan alzar ellos también el nivel y reflexionar así, en manera más detallada, las situaciones del mundo contemporáneo”, ponderó.
Columna Originalmente Publicada en: http://www.lastampa.it