Desarrollo humano y social
Dime lo que juegas y te diré en qué país vives.
10 abril Por: Juan Martín López Calva
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Según el psicólogo ruso Lev Semyónovich Vigotsky, el juego surge como necesidad de representar el contacto con los demás. Se trata de un fenómeno social y cultural propio de todo ser humano, que forma parte esencial del desarrollo ya que amplía continuamente la llamada “zona de desarrollo próximo”, es decir, la distancia entre lo que una persona es capaz de conocer y hacer con sus propios recursos actuales y lo que puede hacer con el apoyo de otros. El juego sirve a los niños para explorar, para interpretar y ensayar diferentes tipos de roles observados en su entorno sociocultural y le ayuda a expresar y regular sus emociones.

Para el científico suizo Jean Piaget , el juego está íntimamente ligado a  la inteligencia del niño porque forma parte de la asimilación funcional o reproductiva de la persona según sus distintas etapas de desarrollo. Este autor señala tres tipos distintos de juego que corresponden a etapas de evolución de la inteligencia de los individuos: el juego como ejercicio simple –que se realiza repetitivamente para dominar determinada función o movimiento-, el juego simbólico – en el que se simulan elementos de la realidad circundante o se imitan comportamientos de esta realidad, “juguemos a que éramos X…”- y el juego reglado –el juego que está limitado por ciertas normas que surgen del acuerdo grupal-.

De este modo, el juego es un elemento indispensable en el desarrollo de los niños porque de alguna manera va configurando su inteligencia y construyendo sus significados de manera que el niño es construido por sus juegos. Al mismo tiempo, el juego sirve al niño para ensayar la interacción con los demás en un ambiente de alguna manera protegido por la fantasía y la imaginación, lo que va contribuyendo a la expresión y regulación de sus emociones en un ejercicio que sentará las bases de su inserción social futura.

Este domingo nos levantamos con una noticia terrible. En Chihuahua, cinco adolescentes de entre doce y quince años de edad fueron detenidos al confesar que dieron muerte a un menor de seis años, cuando estaban “jugando al secuestro” con él. La desaparición de la víctima tuvo luegar el jueves y fue reportada al día siguiente a las autoridades.

Los adolescentes narraron que invitaron al pequeño a cortar leña y lo llevaron al campo donde decidieron jugar al secuestro con él, por lo que lo ataron. Una de las adolescentes de trece años lo apuñaló y luego lo enterraron para tratar de no ser descubiertos. Al parecer, uno de los adolescentes, presa de los remordimientos le confesó todo a su madre y ella fue quien dio aviso a las autoridades.

Si ud. Quiere leer una nota sobre el caso puede consultar:

http://aristeguinoticias.com/1605/mexico/tragedia-en-chihuahua-jugaban-al-secuestro-con-un-nino-de-seis-anos-y-lo-matan/ 

Más allá de la muerte de un niño, que en sí misma es muy lamentable, este hecho debe movernos a reflexionar sobre el ambiente en el que están creciendo nuestros niños y el futuro al que los estamos condenando como futuros ciudadanos y al que nos estamos condenando como país.

Porque la espiral de violencia en la que ya llevamos más de una década y que parece no tener final, no puede entenderse solamente a nivel estadístico como un número de asesinatos, secuestros, ejecuciones o tiroteos. Se trata de una situación que va más allá de la suma de eventos y tiene que ver con una estructura social, económica y política que está regenerando continuamente las condiciones para el sostenimiento y agravamiento de la violencia. Estamos en una situación de descomposición estructural.

Pero hay algo que es aún más grave. Esta situación de deterioro o mal estructural de nuestra sociedad, está permeando el tejido de nuestros significados sobre la vida y de nuestras formas de valorar el sentido de la vida y las diversa formas de actuación.

Y en este ambiente cultural distorsionado por un sistema social que regenera continuamente la violencia están creciendo nuestros niños. Estas formas de significar y valorar son las que van respirando, asimilando, introyectando en sus entornos familiares, vecinales, comunitarios. De manera que las relaciones sociales, los roles culturales que van ensayando y explorando son los del país de la violencia en el que les ha tocado vivir y los juegos simbólicos y de imitación se orientan a representar realidades tan deplorables como la del secuestro que son las que están observando en su entorno inmediato.

Estos son los juegos que van configurando su inteligencia y construyendo su mundo de significados. Estas son las reglas y formas de relación con los demás que van conformando su horizonte y que de alguna manera van a configurar su futuro, la forma en que mirarán y vivirán la vida cuando lleguen a ser adultos.

Dime lo que juegas y te diré en qué país vives. Dime lo que juegas y te diré qué imagen de ser humano estás construyendo en tu interior y qué tipo de relaciones sociales estás empezando a construir. 

 

Noticias como esta deberían ser una señal de alarma para todos.

 

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