Desarrollo humano y social
Álbum de fotos
30 diciembre Por: David Sánchez Sánchez
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Por David Sánchez Sánchez

 

De cómo nuestra imagen es amor 

 

Una de las pruebas de que alguien llega a amar a otra persona es la necesidad de conocer su origen. Y alguna de esas tardes en las que aún nos sobra tiempo nos dedicamos unos minutos a mirar hacia atrás. El álbum familiar continúa el mismo lugar de siempre, es casi el único objeto que permanece imperturbable en el escenario de una casa. Conserva las viejas tapas que fueron nuevas hace ya algunos años. Cuando uno se asoma para verlo cierta emoción lo precede. Por nuestras mentes pasan las fotografías que guarda en su interior. El día en que saliste a pasear con tus abuelos, aquella tarde de playa, una mañana de Reyes, tus cumpleaños... Son postales de tu vida, tapices que han cubierto el devenir, son añoranza.

 

 Cuando uno llega a amar a otra persona, le invita a ver su sagrado libro. Es una forma más de abrirle el alma. Mira, así nací... la famosa foto de desnudo de bebé que todos tenemos. Ese cromatismo que se desgasta con cada mirada que nos muestra tal y como vinimos a la historia, aún sin muchos pecados, aún sin penas...

 

Pasas las hojas y aquella persona a la que amas empieza a ver tus primeros pasos de escuela. Tu mandilón, tu nombre bordado en la solapa, los mocos de un niño, las clases de plastilina, los cuentos,... un universo que quedó varado en los ojos de tus padres. Ellos todavía pueden llegar a recordar el momento exacto de cada foto. Si se paran a pensar pueden recordar si aquel día llovía, si se te antojó algún juguete o si no les dejaste dormir por esa sombra extraña junto a tu cama.

 

Cuando uno ama, pasa una página más. Mira, en esta época dejaba el colegio. El temor de salir a un nuevo mundo, una etapa nueva. Tus primeros versos, el primer cariño... y los amigos eternos también fueron inmortalizados en las fotografías. Mira, esta es mi vida.

 

Cuando uno llega a amar a una persona, avanza un poco más. Llega la pubertad, el mundo en que los pechos explotan de sentimientos. El mundo en que tu futuro se esclarece poco a poco, tu vocación. Las fotos han dejado el tono amarillento, o incluso cierto tono sepia de las primeras. Ahora ya recuerdas tu propia cámara, se multiplican las fotos, tus padres han dejado de sacarte tantas como en tiempos ya pretéritos. Eres más independiente y las fotos con la familia son menos que en las que estas con tus amigos. Ya no hay domingo de Ramos, y la mañana de Reyes ha sido sustituida por la Nochevieja.

 

Cuando uno ama, deja atrás las tardes en que preparó su prueba a la universidad o su primer empleo, y las nuevas imágenes empiezan a mostrar vacaciones en la que se ausentaron nuestros padres. Algunas fotos se han caído del álbum, permanecen semi escondidas ... son aquellos amores que no merecieron estar en tan sagrado lugar. Como fugitivos, aquellos besos inmortalizados, aun saben a dulce miel, y recordamos esos momentos como soleados, fue tan hermoso mientras duró...

 

Cuando uno llega a amar a otra persona, este el momento para abrazarla, se pasa de página. Los años de juventud traen colores vivos, son tan recientes las fotos que ahora si recuerdas hasta la hora en que te retrataste. Si te fijas, en ellas tienes los ojos llenos de sueños, ves en ellos la incógnita de si esta etapa pudiera marcar el resto del álbum.

 

Cuando uno ama, cierra el álbum. Ya sabe de dónde vienes y le has desnudado el alma de toda una vida. Cuando uno llega a amar a otra persona, ese es el momento, es momento de tomar su cámara fotográfica y añadir una nueva foto:

 

 - ¨ Lo recuerdas, cariño, esta fue nuestra primera foto juntos... ¨

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