Desarrollo humano y social
Hacia un sistema económico que promueva el desarrollo integral del hombre
03 julio Por: Juan Alberto Treglia
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Una de las características de este Siglo XXI, es experimentar, en un proceso de globalización, como el que vivimos, la preeminencia de lo económico por encima de toda otra realidad humana, incluso los grandes centros de las finanzas internacionales sobrepasan la soberanía de los Estados y exponen al hombre a ser valorados casi exclusivamente por lo que poseen en el orden material. Nuevamente reinan el utilitarismo, el pragmatismo y el mercantilismo. Es por ello que nos proponemos recuperar en una mirada reflexiva el verdadero espíritu que debe animar no sólo la economía en el orden nacional e internacional, sino la realidad individual de aquellos que por su vocación llevan adelante un emprendimiento productivo o de servicio social.

 

Podemos caracterizar al hombre posmoderno como "El egoísta, personaje típico de la sociedad burguesa, ve a los demás únicamente como instrumentos. Usando una expresión actualmente familiar, se podría decir que ello implica el orden del tener más que el del ser.

 

Ante estos anti-valores presentes en la sociedad contemporánea, cabe reflexionar acerca de la naturaleza de las causas que han originado estas grandes diferencias sociales entre 'conectados' y 'desconectados', entre incluidos y excluidos, esta patología del ‘descarte’.. 

 

Todos coincidimos en la ausencia de valores éticos que animen al cuerpo social, y particularmente a la economía.

 

Todavía hoy, se repite la tesis de Kant, que produce un divorcio entre ética y economía, entre política y ética, etc., dejando el hacer ético reservado exclusivamente a la dimensión individual. Esta postura que subyace en numerosos ciudadanos, hace que se construya el 'hacer económico' de espaldas a los valores que hacen que cada hombre alcance su plenitud ontológica. 

 

La economía al servicio del hombre

 

Es el momento de una nueva y más profunda reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines. Urge que vuelva a ser considerada la concepción misma del bienestar, que no se vea dominada por una estrecha perspectiva utilitarista, que deja completamente al margen valores como el de la solidaridad y el altruismo.

 

Una sana economía exige, que la praxis económica y las políticas correspondientes miren al bien de todo el hombre y de todos los hombres.

 

Los valores, lejos de ser extraños a la ciencia y a la actividad económica contribuyen a hacer de ella una ciencia y una práctica integralmente humanas. Una economía que no considere la dimensión ética y que no procure servir al bien de la persona, no puede llamarse de por sí economía, entendida en el sentido de una racional y beneficiosa gestión de la riqueza material.

 

Se deben armonizar mejor las legítimas exigencias de eficiencia económica con las de participación política y justicia social, esto significa entretejer de solidaridad las redes de las relaciones recíprocas, entre lo económico, político y social.

 

La cooperación debe expresar un compromiso concreto y tangible de solidaridad, de tal modo que haga de los pobres protagonistas de su desarrollo.

 

La enorme pobreza que existe en nuestros tiempos es una de las manifestaciones más visibles de nuestra civilización, tan llena de contradicciones, civilización que, de alguna manera, conformamos todos juntos y en la que todos somos responsables de lo bueno y de lo malo y donde nuestra tarea común consiste en solucionar los problemas que ésta nos plantea.

 

Es un mundo donde el hombre suele comportarse como si todo fuera a terminarse con el fin de su propio paso por la Tierra, saqueando los recursos naturales que no son renovables y violando el clima terrestre, alejándose de su propia identidad, liquidando comunidades humanas que pueden abarcarse con una simple mirada, acabando con la dimensión humana, tolerando el culto del lucro material como valor supremo.

 

No existen posibilidades de cambio, sino se comienza por restablecer la unión entre ética y economía, ética y política, ética y cultura. Hay que reestructurar el propio sistema de valores en el que se apoya nuestra civilización actual. Esta es la tarea que incumbe a todos. 

Los actos que de manera evidente ponen en peligro el futuro del género humano deberían ser, simple y llanamente sancionables, pero sobre todo, deberían ser percibidos generalmente como actos vergonzosos.

Hoy nos hemos acostumbrado a convivir con la corrupción, de manera tal que hemos perdido la capacidad de asombro, y por lo tanto la condena natural de los mismos, que sea a su vez ejemplificadora ante la sociedad.

 

Nos queda una sola posibilidad, la de buscar dentro de nosotros y a nuestro alrededor nuevas fuentes de responsabilidad, nuevas fuentes de entendimiento y solidaridad y de humildad ante el milagro de la existencia, la capacidad de resignarse en aras del interés común y de hacer algo bueno incluso, aún cuando no sea visible y aunque quizás nadie lo aprecie. 

 

El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia destaca, la complementariedad de la dimensión moral del hacer económico y su eficiencia, que nunca deben contraponerse, sino por el contrario ambos aspectos son interdependientes para contribuir al desarrollo pleno del hombre: "La dimensión moral de la economía hace entender que la eficiencia económica y la promoción de un desarrollo solidario de la humanidad son finalidades estrechamente vinculadas, más que separadas o alternativas… la moral constituye un factor de eficiencia social para la misma economía. Es un deber desarrollar  de manera eficiente la actividad de la producción de los bienes, de otro modo se desperdician recursos; pero no es aceptable un crecimiento económico obtenido con menoscabo de los seres humanos."       

 

Fundamento antropológico

 

Para abordar las obligaciones que competen a los responsables de la economía y la empresa, hemos de considerar en primer lugar a la persona humana, causa eficiente y final del orden social, tal como nos lo explicita el Compendio: 

 

132. Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana. Ésta representa el fin último de la sociedad, que está a ella ordenada …” 

 

133. En ningún caso la persona puede ser instrumentalizada para fines ajenos a su mismo desarrollo, que puede realizar plena y definitivamente sólo en Dios … la persona no puede estar finalizada a proyectos de carácter económico, social o político, impuestos por autoridad alguna 

 

134. Los auténticos cambios sociales son efectivos y duraderos sólo si están fundados sobre un cambio decidido de la conducta personal. 

 

391. Una comunidad está sólidamente fundada cuando tiende a la promoción integral de la persona y del bien común. En este caso, el derecho se define, se respeta y se vive también según las modalidades de la solidaridad y la dedicación al prójimo … el hombre es una persona, no sólo un individuo. Con el término persona se indica una naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío: es por tanto una realidad muy superior a la de un sujeto que se expresa en las necesidades producidas por la sola dimensión material.

 

La Vida Económica

 

326. A la luz de la Revelación, la actividad económica ha de considerarse y ejercerse como una respuesta agradecida a la vocación que Dios reserva a cada hombre … una buena administración de los dones recibidos, es una obra de justicia hacia sí mismo y hacia los demás hombres; lo que se recibe ha de ser bien usado, conservado, multiplicado ….la actividad económica y el progreso material deben ponerse al servicio del hombre y de la sociedad, dedicándose a ellos con la Fe; la Esperanza y la caridad.

 

La vivencia de la propia vocación, conduce a la auténtica felicidad, por ello aquellos  que están llamados con talentos naturales y adquiridos a la actividad económica han de saber que es esa misma tarea, vivida en plenitud, la que ha de colmarlo de gozo interior y exterior. 

 

328. Los bienes, aún cuando son poseídos legítimamente, conservan siempre un destino universal. Toda forma de acumulación indebida es inmoral, porque se halla en abierta contradicción con el Destino Universal que Dios Creador asignó a todos los bienes … 

 

331. La relación entre moral y economía es necesaria e intrínseca: actividad económica y comportamiento moral se compenetran íntimamente … 

 

La Empresa con valores éticos: personalista, participativa y solidaria.

 

Ante todo hemos de señalar la naturaleza de la empresa, ella surge por el espíritu emprendedor y de lucro de aquel que con sus talentos naturales y adquiridos se propone llevar adelante un emprendimiento productivo o de servicios; 

 

Supone un riesgo en la inversión de capital realizada, y ello justifica siempre el lícito lucro. Sin embargo no se agota aquí la constitución de la empresa, sino que ella está formada por recursos y agentes de producción, que nunca se han de confundir, para evitar la cosificación de las personas que trabajan en el emprendimiento, de allí la consideración de la empresa personalista, es decir en la que cuentan las personas como tales, no como meros factores de producción, promoviendo la participación adecuada en las decisiones propias del sector en que se desempeñen y manifestándose la solidaridad, entre todos los que conforman la compañía. (teniendo en cuenta el carácter subjetivo del trabajo)

 

339. Los componentes de la empresa deben ser conscientes de que la comunidad en la que trabajan representa un bien para todos y no una estructura que permite satisfacer exclusivamente los intereses personales de algunos … (sentido de pertenencia)

 

340. Es indispensable que, dentro de la empresa, la legítima búsqueda del beneficio se armonice con la irrenunciable tutela de la dignidad de las personas que a título diverso trabajan en la misma … la empresa debe ser una comunidad solidaria.

 

343. La iniciativa económica es expresión de la inteligencia humana y de la exigencia de responder a las necesidades del hombre con creatividad y en colaboración … 

 

344. El papel del empresario y del dirigente revisten una importancia central desde el punto de vista social, porque se sitúan en el corazón de la red de vínculos técnicos comerciales, financieros y culturales, que caracterizan la moderna realidad de la empresa … 

 

Los empresarios y los dirigentes no pueden tener en cuenta exclusivamente el objetivo económico de la empresa … el respeto concreto de la dignidad humana de los trabajadores que laboran en la empresa, es también su deber preciso.

 

345. La Doctrina Social insiste en la necesidad de que el empresario y el dirigente se comprometan a estructurar la actividad laboral en sus empresas de modo que favorezcan la familia … que secunden, a la luz de una visión integral del hombre y del desarrollo, la demanda de calidad …

 

Debe preservarse la dimensión humana del trabajo, facilitando su acceso a los sectores más marginados del nuevo desarrollo. Porque es a través del trabajo que el hombre alcanza su dignidad, su desarrollo personal, su inserción social, su propio reconocimiento.

 

Las empresas deberán convertirse en las promotoras de nuevas oportunidades laborales, entendiendo que es el sostenimiento de las fuentes de trabajo y la preservación y desarrollo de su capital intelectual, antes que las ganancias, lo que permitirá su crecimiento y expansión.

 

El poder que tiene la desesperanza como el que tiene su opuesto, la confianza, con motivaciones positivas y negativas altamente influidas por las figuras de liderazgo que aportan ideas y soluciones o en su defecto demuestran inconsistencia y falta de ejecutividad.

 

El poder de un liderazgo pro activo, que gire alrededor de la consistencia ética, el talento y la capacidad de innovación para la solución de los problemas, ejercerán un influjo fundamental en el cambio de las tendencias motivacionales. (Conocimiento objetivo de la realidad, fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas; memoria reflexiva del pasado; docilidad y consejo, solertia, circunspección, cautela y providencia)

 

No es el carisma centrado en características seductoras o demagógicas de la personalidad que ejercen un poder cuasi hipnótico en las masas lo que se necesita, sino talento y capacidad sobresaliente. Los valores morales juegan un rol fundamental. El contenido de la crisis que padecemos está centrado en la corrupción, concepto vinculado con ruptura, alteración, descomposición, entendida como un conflicto que hace prevalecer un interés personal espurio por encima de los intereses de la comunidad. 

La corrupción se ha convertido en una traba para el desarrollo y en un problema político y social.

La confianza es un factor de cohesión, de desarrollo social. Se necesita un replanteo profundo que pasa por la ética, la creatividad y el talento que deberán ser colocados en el lugar que les corresponde, el liderazgo, la conducción y el gobierno.

 

 

 

El deber de pagar el justo salario

 

Uno de los deberes esenciales del empresario será considerar el pago justo del salario acordado y una participación adecuada en las ganancias anuales por parte de los trabajadores. El salario es la justa retribución que se recibe por el trabajo realizado, en ella debe considerarse: 

 

a) La finalidad natural del trabajo, es decir que debe alcanzar para el sostenimiento del empleado y su familia y  

 

b) el aporte genuino del trabajador a la empresa, se considera aquí, objetivamente, la eficiencia del trabajo realizado.

 

 

Asimismo debemos considerar que en muchas ocasiones la voracidad del Estado a través de la presión fiscal que deben afrontar las empresas, hace imposible pagar lo justo. El Estado, por el contrario, debe ser una promotor de la iniciativa privada y no un obstaculizador de su desarrollo, como también debe obligar a las empresas a cumplir sus compromisos, en un marco regulatorio adecuado, que no deje librado a la pura oferta y demanda el mercado laboral.

 

La empresa y el Bien Común

 

Toda empresa se halla inserta en un contexto comunitario, con el cual está llamada a interactuar, ya sea a través de sus productos y/o la participación de los trabajadores del lugar en la misma. Es por eso que no puede desentenderse del Bien Común, al cual debe contribuir, no sólo en la eficiencia de lo que realiza, sino en la conjunción de esfuerzos con Universidades y organizaciones intermedias en orden al desarrollo pleno de la comunidad. 

 

338. La empresa debe caracterizarse por la capacidad de servir al Bien Común de la sociedad mediante la producción de bienes y servicios útiles … con una lógica de eficiencia … la empresa crea riqueza para toda la sociedad: no sólo para los propietarios, sino para los demás sujetos interesados en su actividad … la empresa desempeña también una función social, creando oportunidades de encuentro, de colaboración, de valoración de las capacidades de las personas implicadas … el objetivo de la empresa se debe llevar a cabo en términos y con criterios económicos, pero sin descuidar los valores auténticos que permiten el desarrollo concreto de la persona y de la sociedad.

 

En el genuino empresario, encontraremos siempre una vocación de servicio, que se gesta en la vivencia del espíritu magnánimo que lleva a la concreción de obras grandes y nobles. Este es el empresariado que el mundo necesita para resurgir del estado de pobreza, marginación y  exclusión en el se encuentran nuestros pueblos.

 

 

Prof. Juan Alberto Treglia

AMDG

 

 

 

 

 

 

 

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