Cultura
El teatro y su responsabilidad social para transformar la percepción de la realidad
07 julio Por: Yolanda Jaimes
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Las artes escénicas no solo tienen la función de entretener, su labor va más allá si se entiende a éstas como un fenómeno político.

Universarte, Encuentros con el Teatro, es una iniciativa de Bellas Artes UPAEP que tuvo como finalidad abrir un espacio de diálogo para tratar temas relacionados con el arte escénico; tal fue el caso del conversatorio titulado “El Teatro en tiempos de Simulación”, impartido por la Dra. Magdalena Moreno, directora de escena de la compañía artística del CCU de la BUAP.

La ponente inició por establecer que el término ‘simulación’, es una estrategia basada en la apariencia y el término dijo, se concibió en la década de los 80 y tiene como consecuencia la distorsión de los significados y significantes, es decir, cuando estamos sumergidos en una simulación tomamos por reales, signos que no son reales y tomamos como verdad cosas que no son verdad.

Lo anterior, explicó, se le llama dislocación de la realidad y se da por dos fenómenos: la excesiva estetización de la realidad y la otra la excesiva producción de imágenes, sobreproducción que contribuye al desarrollo de una idea de presente y manente donde son posibles el engaño, la manipulación y la simulación.

En este sentido dijo, la responsabilidad ética y política del teatro es otorgar mecanismos de develación a los espectadores.

Y es que dijo, como teatristas, el tema de la simulación es fundamental porque el teatro, a su modo particular de verlo, es un fenómeno político.

“Es importante dar a conocer o establecer cuál es la condición del mundo en el que habitamos para generar un discurso, no aleccionador pero que genere las preguntas o devele los comportamientos para que el espectador decida si quiere o debe seguir ahí”.

Agregó que en México y el mundo vivimos en un estatus de simulación permanente desde hace mucho tiempo a consecuencia del capitalismo, como mecanismo para poder manipular y establecer los principios del poder.

“Cuando la simulación sucede se intimida al orden de lo social para que pueda seguir operando bajo la figura de oprimido, o mejor conocido como la invasión de cerebros. El usar espectacularmente la imagen para hipnotizar al individuo a través de los medios y coaccionar la percepción para que el éste vea sin ver, oiga sin escuchar y obedezca sin saber”, acotó.

En este sentido, dijo es fundamental saber cuáles son los parámetros a partir de los cuales, aquellas personas que están al frente de las puestas en escena construyen sus productos artísticos.

“Podemos legitimar esta simulación a través de nuestros mecanismos estéticos o podemos develarlo, y creo que ahí reside toda la labor que socialmente debemos empujar día con día”, finalizó.

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