Cultura
Accesibilidad, el futuro de los museos y clave para la integridad social
01 abril Por: Yolanda Jaimes
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Un diseño inadecuado perpetúa las condiciones de exclusión hacia el futuro al limitar el acceso a la educación o cualquier servicio público: Dinah Bromberg.

“No hay necesidades especiales. Las necesidades de conocer, estar, participar, de trabajar o producir, son de todos, lo único que cambia en las personas es la forma de satisfacer esas necesidades, expresó Dinah Bromberg.

Lo anterior en la conferencia titulada ‘Museo Accesible’, que formó parte del programa Primer Encuentro Internacional de Museos.

Históricamente, recordó, las personas con discapacidad fueron escondidas, negadas, sacrificadas, apartadas. Era lo que se llamaba el paradigma de la prescindencia: no eres importante, no eres necesario, eres una carga para la sociedad.

Hoy, aclaró, la definición de discapacidad involucra el binomio persona-ambiente. Es decir, cuando una persona está en un entorno accesible, indistintamente de sus habilidades físicas o mentales, puede funcionar; pero cuando encuentra barreras en el entorno, esa misma persona entra en una condición de minusvalía: me separa, me discrimina y no me da el mismo valor en igualdad de condiciones al resto de las personas. 

En este sentido, señaló, el tema de la accesibilidad como derecho humano se debe trabajar de manera transversal. }

“La accesibilidad es un derecho, por lo tanto, cuando yo no accedo a un espacio llámese salón de clases, museo u hospital, lo que a mí se me está negando no es entrar a un edificio bonito, a lo que yo no accedo es a la educación, al conocimiento, a la salud”, indicó la docente venezolana de la Universidad de Zulia.

Agregó que al igual que la especie humana, la discapacidad es igualmente diversa pues se habla de discapacidad motora, visual, auditiva, etcétera.

“Hay que entender cuáles son las potencialidades de las personas y nunca hablar de sus debilidades o deficiencias. Hay que ser empáticos, si una persona tiene debilidad visual hay que usar letras más grandes o aprovechar sus oportunidades auditivas; ”, manifestó a manera de ejemplo.

Indicó que las observaciones de las personas con discapacidad al visitar cualquier sitio público son: la existencia de barreras arquitectónicas; falta de información y recursos que faciliten su acceso a los bienes o contenidos expuestos; falta de personal especializado y formado para atender personas con discapacidad o inexistencia de interpretes que dominen lenguaje de señas.

Por lo anterior, aconsejó la arquitecta, es importante pensar no solo en el diseño físico de los espacios sino en todo lo que puede apoyar a todos y cada uno de los visitantes, cualquiera que sea su discapacidad.

Un museo accesible, es entonces, aquel que elimina barreras físicas, sensoriales e intelectuales para garantizar la accesibilidad tanto en sus instalaciones como en sus contenidos.

Y es que dijo, un diseño inadecuado, perpetúa las condiciones de exclusión hacia el futuro. 

“A quien nos estamos haciendo daño es a nosotros mismos, porque si tenemos suerte, y llegamos a viejos, todos vamos a perder facultades y poco a poco, todos nos convertiremos en una persona con discapacidad”, puntualizó.

 

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