Comunidad
La niñez y el inevitable anhelo por crecer
30 abril Por: Yolanda Jaimes
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¿Recuerdan lo que hacían cuando niños?, ¿a qué jugaban?, ¿quién era su mejor amigo?, ¿quién les pasaba la tarea? o ¿qué programas veían? ¡FELIZ DÍA DEL NIÑO!

De niños sentíamos que el tiempo pasaba muy lento, los días duraban una eternidad que alcanzaba para descansar muy bien, desayunar, ir a la escuela, divertirse en el recreo, regresar a casa, sentarse a la mesa para comer en familia, jugar con la mascota, hacer los deberes escolares, ponerse un poquito inquietos con los papás para evadir las responsabilidades, ver la televisión, bañarse, cenar y dormir.

El día era tan vasto que el deseo común era poseer una varita mágica que hiciera avanzar más rápido el reloj, los días, meses, los años; crecer y hacer todo aquello que, por la edad, los padres autoritarios y tiranos no permitían.  

Sin embargo, los niños de hoy experimentan un ambiente totalmente diferente al que nos tocó vivir, más allá del cambio generacional, como la etapa en la que vivieron nuestros abuelos, bisabuelos o nosotros mismos.

Por ejemplo, en la época de nuestros abuelos no había tablet, teléfono o celular. Hallaban en su entorno la forma de entretenerse de una manera muy sana, ecológica y creativa. Con mucha imaginación diseñaban el prototipo de un auto o una casa, posiblemente encontraban en la radio uno que otro programa dedicado a los niños; tal vez ni siquiera pudieron jugar porque debían apoyar a sus papás en las labores del hogar y su pasatiempo era trepar árboles, jugar carreritas, al trompo y la matatena.

Generaciones más adelante, empezaron a disfrutar de la televisión, de juguetes no tan improvisados; llegaron los videojuegos aunque no tan sofisticados como los de ahora y en las tiendas se podían disfrutar de encuentros entre desconocidos –porque en casa no se contaban con consolas personales o equipos de cómputo para hacerlo.



En las celebraciones del Día del Niño de las escuelas, se organizaba la kermés, encuentros de yoyo, de tazos, de canicas, de baile, etc.

Durante el receso las actividades más comunes eran jugar al avión, a las cebollitas, basta, gato, llenar crucigramas, organizar carreritas, corretizas o torneos de resorte, trabalenguas, brincar la cuerda.

Pasar el ´Chismógrafo´ a todos los del salón para enterarse de sus secretos era el antecedente de lo que hoy la era digital llama Facebook. Llamar a la casa del amigo, desde un teléfono fijo, para pedir que nos dictara la tarea es el antecedente del copy&paste o el screenshot, pero si no tenías teléfono, tocaba ir hasta la puerta de su casa para poder copiar las asignaciones.

Ahora bien, el presente de la Internet, Encarta y Wikipedia eran las papelería y la biblioteca ya que para hacer la tarea se recurría herramientas como la planilla, los mapas o las bibliografías de los personajes ilustres de al historia.

La generación actual tuvo la suerte de nacer en un mundo hiperconectado, con computadoras o consolas de videojuegos en casa, celulares, medios de comunicación digitales que por un lado les ha facilitado la vida, pero por otro les ha privado de vivir esos desafíos diarios de ser niño para desarrollar su imaginación sin tecnología de por medio.

Sí, el modo de divertirse ha evolucionado. No obstante, se mantiene ese patrón por desafiar el ritmo y querer acelerar el tiempo para ser mayor y tener más “privilegios”. Pero ahora que vemos a través de los recuerdos y que vemos todo con claridad nos preguntábamos ¿qué teníamos en la cabeza con esa idea de ser adultos? Porque hoy los días no duran nada, incluso desearíamos que el año tuviera más meses, la semana más días y los días muchas más horas para alcanzar a desahogar todos nuestros pendientes.

Hoy quisiéramos detener el tiempo para disfrutar, ahora sí, de aquello que nos perdimos por apresurarnos a crecer: la familia, la convivencia, los amigos, la niñez. 

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