La familia, los valores, la tradición, la pertenencia a México, su historia, sus convicciones dan sentido de vida los jóvenes universitarios.
Como universidad de identidad católica a la UPAEP no le satisface solamente formar buenos profesionistas sino personas que vivan la dimensión personal como una gran aventura de diálogo con la sociedad.
Así lo dio a conocer, el Mtro. Cristian Duecker García, docente de tiempo completo en el área de Formación Humanista al explicar la importancia de Persona y Trascendencia, asignatura que forma parte de la currícula para el desarrollo profesional de los estudiantes UPAEP.
“Creo que una de las aportaciones de este tipo de materias es que los alumnos comprenden perfectamente que el mundo no es una gran máquina que está diseñada solo para producir; el mundo es el espacio donde los seres humanos buscan realidades trascendentes: la felicidad, la justicia, la verdad, y estas clases, si bien no inciden directamente sobre una cualidad técnica como las demás profesiones permiten desarrollar, sí añaden y enriquecen la perspectiva propiamente humana”, destacó.
Agregó que para afrontar el tema de la relación del hombre con lo trascendente, en específico respecto al tema de Dios, los jóvenes requieren de algunos presupuestos antropológicos que les son impartidos en las materias de Persona y Verdad; Persona y Cultura Contemporánea; y Persona e Identidad Mexicana, donde se plantean las preguntas fundamentales del ser humano.
En este sentido, dijo, es muy importante comprender que la dimensión religiosa busca el sentido de la vida, por tanto no es accidental u opcional, sino que sirve de las necesidades del ser humano.
“En este programa el estudiante reconoce que la estructura misma de la vida del ser humano es la trascendencia. Muy frecuentemente ubicamos como religioso ciertas prácticas que tienen que ver con creencias estipuladas, ordenadas en una doctrina, que incluyen ciertos ritos, sin embargo, la religiosidad del ser humano está anclada en la estructura misma y está presente todo el tiempo”, observó.
Bajo este supuesto, dijo, cada uno aporta una determinada serie de creencias acerca de lo que considera vale la pena vivir, cada quien se rige por una determinada convicción de por qué vale la pena vivir, por qué es justo decir la verdad, por qué es bueno apreciar la belleza y promoverla y por qué debe respetarse a los demás.
Para ello, compartió el Mtro. Cristian Duecker, “los distintos profesores hacen uso de algunos instrumentos que les permiten favorecer que esta toma de conciencia se vuelva muy concreta y que no necesariamente se deba aproximar a la persona a un cierto rito o doctrina, sino sobretodo aproximarlo a su propia vida, que se dé cuenta que a través de lo que le ha ofrecido la familia, sus valores, la tradición en que está inserto, su pertenencia a México, su historia y sus grandes convicciones, puede religarse con sentido al mundo en el que vive.