[Fe, familia, fortaleza y esperanza, la fórmula para vencer la adversidad.]
“Un accidente que transformó mi vida”, así calificó José Germán VillelaVizcaya aquel acontecimiento que dejó la mitad de su cuerpo paralizado, en intervención dentro del marco del 7° Congreso de Negocios titulado “Empoderando el Talento”, organizado por el Decanato de Ciencias Económico Administrativas de la UPAEP.
Cambiar la pregunta ¿por qué? por ¿para qué? fue la actitud que tomó Germán Villela para sobreponerse luego de que en la etapa universitaria, al salir de su jornada como interno de medicina, quedara atrapado en un cuerpo inamovible después de que un camión de basura cayera de un puente sobre el coche en que viajaba.
En ese entonces estaba en el quinto año de Medicina en un colegio de México, sin embargo, aunque el accidente cambió radicalmente su vida y la de su familia, nada impidió que pudiera hacer realidad el sueño de convertirse en médico y vivir de ello que tenía desde los 4 años.
“Para mí fue una lección sobre lo que significa ser hijo y ser padre. Cosa que resulta confusa porque alguien diría cómo en medio de todo aquello se puede aprender algo. Regresé al mismo hospital del que había salido horas antes y eso me reconfortó, sin embargo, para quienes me recibieron, por mi estado crítico fue una experiencia muy dura pues al hacerme los estudios, se dan cuenta que no puedo mover pues mi médula espinal presentó un corte lo que implicó no poder mover los brazos, piernas ni músculos del abdomen”, explicó.
Relató que su cirugía duró 13 horas, no obstante, entró al quirófano en plena paz y al salir los médicos lo dejaron en estado de coma, conectado a un ventilador para poder respirar y una sonda para alimentarse de la nariz al estómago con la intención de que el cuerpo cicatrizara bien.
“De esos días recuerdo muy poco porque estaba dormido y cuando despertaba me angustiaba y volvía a dormir. Después de unos días me hicieron una tractostomía que me permitió respirar por mí mismo y en ese momento que desperté fue horrible. Entré a una realidad desconocida, no pude moverme y en ese momento conocí el dolor quise llorar y no pude, quería estar con mi familia pero me encontraba en terapia intensiva, en un cuarto con poca luz y en los pocos momentos que veía a mi familia me dolía verlos sufrir”, expresó Villela Vizcaya.
Agregó que fueron días de muchísima tristeza, pero una amiga doctora llegó a hacerle compañía y a leerle para matar su aburrimiento, pero como la lectura no le agradó fingió estar dormido y como ésta notó su desinterés, le comenzó a leer los mensajes que sus familiares y amigos le habían dejado en el tiempo en que estuvo en coma.
“Empezó a desprender una serie de cartulinas y hojas de mis amigos de mi gente con mensajes de porra y ánimo pero hubo un mensaje en especial que estoy seguro que me salvó la vida. Porque ese fue el punto a partir del cual mi mente dejó de ser remolino. Era una hoja verde fosforescente y con letras muy grandes con la frase Nada puede pasarme que Dios no quiera y todo lo que él quiere es para mí lo mejor de Santo Tomás Moro. A solas leí la frase y cada vez que la leía iba poco a poco imprimiéndose cada palabra en mí. A Partir de ahí dejé de preguntarme por qué y empecé a pensar en el para qué.
Con este relato, el ahora psiquiatra invitó a los presentes a no dejarse vencer y a lograr aquello que se proponen sin importar la adversidad. Y compartió lo que a su parecer es lo más importante en esta vida: la fe, la familia, la fortaleza y por último la esperanza.
“La fe te impulsa a seguir adelante, la familia te ayuda a aligerar la carga, la fortaleza entendida como resiliencia o capacidad para levantaros ante las dificultades y la esperanza de que el sol saldrá tarde o temprano”, finalizó.
Comunidad
Germán Villela y el accidente que trasformó su vida
29 marzo Por: UPRESS