Estudiante de Ingeniería de Software, eligió al país asiático para vivir su experiencia internacional, un lugar económicamente accesible y rico en materia cultural.
Fue a través de la literatura que Gibrán Herrera López, estudiante de octavo semestre de la licenciatura en Ingeniería de Software tuvo su primer acercamiento a la cultura malaya, y el destino le llevó a conocer ese mundo que había descubierto a través de las letras cuando llegó el momento de elegir el país al que quería irse de intercambio.
Aunque estaba interesado en realizar su experiencia internacional en China, para lo que incluso tomó un curso de mandarín, cuando inició su papeleo aún no contaba con la certificación del idioma, –uno de los principales requisitos que este país exigía– así que cambió sus planes fácilmente gracias a que en el momento de tomar la decisión leía “La Madre del Arroz”.
La historia narra sucesos históricos de Malasia durante la Segunda Guerra Mundial y plantea el tema de la familia así como el rol de la madre en esa cultura. Así que cuando Gibrán se enteró que este país estaba entre sus opciones para realizar su intercambio, no dudó ni por un segundo en iniciar su proceso pues además de ello, estaba enterado de que en el sector tecnológico, los países asiáticos llevan la batuta.
Pese a que los trámites de visa fueron un tanto engorrosos, los deseos de Gibrán por salir por primera vez del país fueron más fuertes para cumplir con todos los requerimientos que la embajada le pedía para obtener su visa.
“Fue complicado, me pidieron muchos certificados principalmente de salud, del ébola, de parásitos y antidoping, exámenes que al entrar al país nuevamente me pidieron realizar pero ahora en una clínica de Malasia”, explicó.
Allí, la Taylor’s University se convirtió en su casa de estudios por un semestre y cursó las materias: Desarrollo de Aplicaciones Móviles, Lenguage Java Script, Computación en la Nube e Inseguridad Informática, mismas que le eran impartidas en idioma inglés, lo que se le facilitó gracias a que en UPAEP cursa el Doble Grado con la City U of Seattle, programa que incluye materias como English Composition.
“La redacción en las materias es muy importante, pedían demasiados ensayos, investigaciones, incluso el examen final era casi un ensayo donde la redación como dije, es exageradamente importante, de hecho nos dieron un mes entero para los finales”, detalló.
El ambiente, a decir del joven mexicano, fue totalmente internacional pues tuvo compañeros de distintos países de Europa pero también del sur de Asia.
De su inmersión en la cultura, Gibrán relata que aprendió mucho de la religión que allí se profesa, que es la musulmana y gracias a ello pudo romper muchas creencias que se había formado debido a las noticias que los medios de comunicación suelen difundir.
“Es interesante Malasia en el aspecto cultural, porque al ser musulmanes tienen algunas restricciones en cuanto a su dieta diaria así que su consumo se avoca únicamente a lo que la ley islámica les permite, que se conoce con el término halal. Lo que me impresionó es que incluso al tomar agua, buscaban agua certificada, pues existen procesos de purificación que son a base del alcohol, y éste está prohibido para ellos”, comentó.
Agregó que vivió con dos chicos de Pakistán también musulmanes quienes lo recibieron con los brazos abiertos. “Son personas muy lindas, me recibieron con los brazos abiertos, nada de prejuicios, al contrario ellos me educaban: no puedes tocar la cabeza a las personas porque es una falta de respeto, no tienes que regalar cosa en color amarillo porque representa la muerte; aprendí mucho. Incluso me enseñaron que Gibrán es uno de los 99 nombres de Alá y significa el irrompible”.
Otro choque cultural que experimentó en su estancia por Malasia fue el uso de los sanitarios, en donde dijo, no utilizan el papel higiénico sino que a lado del retrete hay una manguerita para limpiarse. “Yo andaba por todos lados con mi papel higiénico, no podía dejar eso”, confesó.
Asimismo, notó que en Malasia hay tres razas predominantes: los malayos, los chinos y los indios y tener un respectivo grupo era importante para ellos y a él, por su apariencia, lo clasificaban como malayo-indio lo que por momentos le ocasionaba un poco de conflicto ya que en base a esta clasificación era la forma en que le trataban.
“No era nada malo el que me clasificaran, pero yo veía que muchos de los trabajadores del área de la construcción o los de limpieza pertenecían a esta raza entonces, sí era en cierto sentido racial”, aclaró.
Algo de lo que se arrepiente Gibrán es de no haberse sabido organizar bien para que pudiera conocer más lugares del sureste de Asia.
“Era muy fácil irse a otros países y exageradamente barato. Por ejemplo en Air Asia un vuelo a Tailandia, Vietnam, Singapore, Filipinas o Indonesia, costaba 20 dólares".
De estos lugares recomienda Singapore, un lugar limpio y civilizado; Vietnam donde se sintió millonario por lo barato que le resultó al cambiar su moneda; Indonesia por la belleza de sus playas y la gastronomía.
Gibrán Herrera, invitó a la comunidad universitaria a revisar en el Departamento de Internacionalización las opciones que tienen para sus áreas de especialidad, y a preguntar sobre los apoyos financieros que UPAEP tiene para quienes desean vivir una experiencia internacional, como fue su caso que recibió apoyo en sus vuelos de ida y vuelta, obtuvo una beca de 25 mil pesos para su colegiatura que se sumó al 30% de la beca académica que ya de por sí tenía.
“Malasia es definitivamente una opción si el dinero es un problema”, finalizó.