UPAEP ofrece apoyo económico a sus estudiantes para que tengan la oportunidad de vivir experiencias internacionales que contribuyan a su desarrollo profesional.
José Alfredo Miranda Bello, de 22 años, estudiante de Relaciones Internacionales decidió realizar su intercambio en Estambul, Turquía, en la Universidad de Sabanci, pero la pandemia lo alcanzó y por ello relata su experiencia de cómo vivió los pocos días de su experiencia internacional y lo que tuvo que hacer para regresar a México en medio de un mundo con las fronteras cerradas.
¿Por qué decides irte a Turquía?
Por mi carrera, yo buscaba un destino totalmente diferente a los más concurridos como suelen ser Colombia, Estados Unidos o países de Europa. Al inicio ni siquiera alcanzaba a imaginar cómo era, pero antes de decidirme investigué sobre su gastronomía, los destinos turísticos, etcétera, pero lo que más me llamó la atención fue conocer su historia con Medio Oriente y como estudiante de Relaciones Internacionales, me interesaba conocer, desde una perspectiva no occidental, sobre el tema.
¿Cómo fue tu experiencia académica allá?
Savanci es una universidad muy buena, me dejó impactado el nivel de los profesores que impartían las clases, muchos egresados de Yale y Harvard. Metí cuatro materias con una orientación hacia la Sociología Política.
Eran clases de 3 a 4 horas en una modalidad de seminario, todas completamente en inglés, pero gracias a UPAEP, los temas que se impartían no me eran desconocidos. Llegué allá sabiendo opinar sobre todo lo que ponían sobre la mesa.
¿Cómo te integras a la cultura turca?
En el tiempo que estuve allá pude descubrir que las personas turcas son gente muy servicial y dispuesta a ayudarte, incluso si no saben inglés y eso fue algo que a mi me gustó mucho.
En el tema religioso, confirmé que los musulmanes son personas que viven su religión de una forma muy apasionada y que es un estilo de vida para ellos.
En cuestión gastronómica creo que fue el choque cultural más grande que experimenté. La comida es muy condimentada aunque ya al final te acostumbras y empiezas a tomarle gusto. Por ejemplo algo que sin duda volvería a comer, sería un desayuno turco porque son todo un ritual, ponen en la mesa tazones con mermeladas de mil sabores, miel, pan, queso, una especie de carnes frías, café y té por montones. Todo este ritual de comida fue algo que a mi me fascinó.
Igual otra cosa que volvería a comer sería un lamayun o pizza turca, la cual era una tortilla de harina y llevaba carne de cordero, perejil y jitomate que simplemente sabía delicioso; los postres allá son una cosa muy rica, desde lo visual, es increíble la cantidad de cafeterías y lugares para comprar postres allá. El más famoso es una especie de mil-hojas con dátiles, que puede ser de nuez o almendra que desde que lo ves, se te antoja.
El café turco es muy famoso, es de sabor muy fuerte, amargo y un poco terregoso, tan es el caso que incluso cuando pides café, te dan un vaso de agua para que limpies tu boca y esto se acompaña con una delicia turca que es una especie de ate con azúcar glass y dátiles, por lo mismo tomar café turco es sin duda toda una experiencia.
Estambul por ser una ciudad cosmopolita, no es tan arraigada a algunas cuestiones como podría estar en una ciudad más pequeña y por lo mismo tiene un estilo de vida un poco similar al que llevamos en México, pero había cosas definitivamente inolvidables, por ejemplo, yo amaba las cosas en los bazares, ver los colores y escuchar a lo lejos el canto de las mezquitas, porque para mi era sumamente emocionante sentir que me empezaba a sumergir en una cultura nueva y diferente.
¿Cómo vives la cuestión de la pandemia?
Todo llegó muy de sorpresa, yo me sentía muy a gusto allá y muy feliz con mi decisión de haberme ido, de repente empezamos a ver que la pandemia empezaba a afectar a países vecinos a Turquía.
Había incertidumbre, pero la situación Turquía siempre la manejó de una forma muy calmada, justo antes de que empezaran las restricciones de clases presenciales, hubo una transición muy calmada, no hubo una especie de histeria colectiva y eso a mi me ayudó también para no alterarme. Además tanto Savanci como UPAEP siempre estuvieron pendientes de nosotros para saber cuál era nuestro plan de acción.
Un martes en la noche se dio la noticia del cierre de fronteras y en ese momento todos mis amigos volaron por sus computadoras, empezaron a hacer reservas de avión, hablando a la embajada, me hubiera gustado haberme podido despedir de otra forma de todos ellos. La verdad sí me pegó mucho el saber que tenían que irse, pero fuera de eso, creo que la pandemia la viví tranquilamente.
¿Cómo logras salir para volver a México?
Yo tenía apoyo FEMSAC para los vuelos, que es una beca que ofrece la universidad. Tenía mis vuelos de ida y de regreso pero obviamente por las políticas de Turquía, empezaron a cancelar los vuelos, FEMSAC logró adelantar el regreso para el 15 de mayo, un mes antes de la fecha original, no obstante, como a los tres días me llega un comunicado de que se cancelaba el vuelo.
Finalmente, llegó correo por parte de la Embajada de México en Turquía que anunciaba un vuelo humanitario por parte del gobierno canadiense para regresar a México el 19 de abril, así que no dudé en tomarlo.
¿Qué sentimiento te deja el que hayas tenido que volver antes de tiempo por esta situación?
Para mi fue un poco fuerte porque siempre estuve dando vueltas en internacionalización buscando requisitos y convocatorias, dedicando aproximadamente un año de tiempo dinero y esfuerzo.
Al principio no lo asimilé porque todo pasa muy rápido y más que nada lo que te preguntas es qué es lo mejor porque igual mi familia me preguntaba si me iba a quedar, o regresaba, y creo que finalmente tome la decisión de volver a México por sentirme seguro.
Pero cuando el avión a México iba despegando, yo iba llorando porque estás viviendo algo que deseaste mucho tiempo y una situación que te escapa totalmente de las manos. Sin embargo, no me arrepiento de haber estado allá porque el poco tiempo lo disfruté. Conocí mucha gente maravillosa, tomé clases muy buenas.
Al fin del día lo asimilas y ves que como tú, muchas más personas pasaron un mal rato por algo así e incluso peor que uno, y se trata de ser empático con la situación y ver que uno es afortunado por poder tener un lugar al cual volver con salud y ese ejercicio te hace ver que en realidad no pasa nada, que eres estudiante, que hay mucho tiempo, muchas convocatorias, becas y te vuelves resiliente.
¿Cómo te fue en Turquía en cuestión financiera?
La verdad, yo sabía que Turquía era un país barato, pero sinceramente nunca imaginé que fuera tanto. En la cafetería podía hacer mi comida por menos de 50 pesos con sopa, carne, arroz, agua y un postre, igual salir una noche a cenar, si en Puebla costaba 200 pesos, allá costaba 100/150 pesos, y aunque hay mil lugares de precios distintos, en general Turquía es un país gastronómicamente barato.
Igualmente el transporte es muy barato. Usar el ferry para cruzar el Bósforo en Estambul costaba máximo 20 pesos.
Yo no considero ser una persona que pueda viajar sin algún apoyo financiero, pero la verdad estar allá me salía en casi lo mismo que estar en Puebla, incluso cuando la lira turca se disparó, no fue algo inaccesible para mi familia el poder pagar esas cuestiones.
Además recibí apoyo financiero, como dije, de FEMSAC para mis vuelos, la beca complemento que era apoyo para alimentos y transporte local equivalentes a 15 mil pesos y esos fueron los dos pilares para esta experiencia.
Me siento sumamente agradecido con toda la gente que hizo esto posible y me hubiera encantado traer de regreso diez maletas con todo lo que vi allá para decirles gracias, porque siento que UPAEP es de las pocas universidades que genuinamente se interesan porque sus alumnos tengan esta experiencia internacional brindándoles apoyo.
¿Con qué aprendizaje te quedas?
Creo que la lección más grande es que nada es perfecto pero aun teniendo ese pensamiento hay que ser positivos y no dejarse caer en situaciones, ser resiliente. Otra cosa que me dejó es que el estar en una cultura ajena a mi, es el ser respetuoso con todos los ámbitos y personas, no juzgar por juzgar, sino conocer y estar abierto a todo, ser curioso y tener ganas de explorar todo lo que está afuera.
¿Qué le dirías a los chicos que buscan realizar un intercambio?
Que se no se detengan, que revisen, busquen opciones porque en realidad hay un mundo afuera de México para cada carrera, tu persona y tu vida profesional. Al tomar un intercambio aprendes mucho más de ti, y obviamente no todo es fácil. Hay muchas cosas que pasan en este proceso, pero el arriesgar y atreverse a hacer un intercambio ya es ganar, porque es apostarle a conocer gente, conocer otra universidad, probar muchísima comida, viajar a lugares padrísimos, y entender que también no todo es perfecto en la vida, como el caso de la pandemia. Sin embargo, vale mas arriesgarse a tener la experiencia y tener una mente positiva. Creer, emocionarte y entusiasmarte con tus propias metas.