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El sueño de trabajar en Disneyland en tiempos del COVID-19
28 abril Por: Yolanda Jaimes
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Su gusto por el servicio al cliente llevó a Irma a trabajar en un de los hoteles de Disneyland, allí se desempeñó como animadora, pero la pandemia la obligó a regresar a México pues la situación en Estados Unidos se tornó incierta.

Irma del Carmen Gómez Camacho disfrutó por tres meses de la satisfacción de trabajar en el lugar considerado turísticamente como el más feliz del mundo, sin embargo, los efectos por la pandemia generada por la COVID-19 obligaron al parque de diversiones a cerrar sus puertas al público y a ella, regresar a México. 

La magia de Disney

La joven egresada de la licenciatura en Administración de Instituciones trabajaba como animadora en uno de los restaurantes del Coronado Springs Ressort, uno de los 3 hoteles más grandes de Disnelyland donde recibían a cerca de 4 mil personas al día. 

Para ello, Irma recibió capacitación y certificación en servicio al cliente, área que le apasiona y al saber cómo es el trato no solo a los visitantes sino a los mismos empleados, quedó enamorada. 

Su labor era platicar con los visitantes, hacerles más amena su estancia, pregúntales si necesitaban algo, cómo se la estaban pasando o incluso en los cumpleaños llevar el pastel y cantar las mañanitas a los festejados. 

“Nunca tuve interés en ir a Disneyland, pero de verdad es impresionante cómo es el servicio, tanto el que se brinda a los huéspedes como el que se recibe como empleado. No era fan de Disney pero desde que llegué quedé fascinada”, reconoció. 

Reconoció que de su trabajo los momentos más gratificantes los obtuvo de la gente que le respondía con sonrisas o abrazos cuanto podía ayudarles. 

“Un día me encontré a una pareja de personas mayores llorando porque no encontraban su bolso. Yo había tenido contacto con ellos en el restaurante, así que me acerque a preguntarle en qué podía apoyarles, me puse a buscar el bolso en los lugares en los que ellos habían estado y lo encontré. La señora se me abalanzó y quería darme una gratificación, pero por mi puesto yo no podía recibir propinas, así que fueron al front desk a dejar su comentario acerca de mi acción, razón por la cuál fui reconocida en mi área”, compartió Irma.

La pandemia

“Yo me enteré de la noticia porque un amigo me compartió una nota de lo que estaba pasando en China, pensé que estaba jugando así que no le hice caso, solo se la mostré a una de mis amigas y con nuestro manager hicimos el comentario a manera de broma que llegaría a Disneyland pues recibíamos a mucho turismo asiático. Pero él nos dijo, no, no hagan caso, no va a pasar nada”, relató.  

Tres semanas después en las noticias apareció el primer caso en Estados Unidos por lo que empezaron a implementar medidas de higiene más estrictas al interior de los parques, como el lavado de manos constante y la sanitización de las áreas. 

Así, el restaurante que al día recibía 4 mil personas, empezó a ver disminuida su ocupación y la cancelación de reservaciones en los hoteles así como los centros de convenciones empezaron a incrementar, hasta que prácticamente eran nulas. 

El inicio de la cuarentena

“De 7 mil personas la ocupación bajó a 500. Fue bastante drástico, no sabíamos qué estaba pasando. Hablando con mi familia aquí en México, decían que no había nada que todo normal, hasta que por fin cerraron los resorts el 18 de marzo”. 

La compañía les planteó la posibilidad de regresar en abril, pero pasaron las semanas y la situación empeoraba en Estados Unidos, les notificaron por correo que la situación era incierta, que no había una fecha de la reapertura de los parques y si la situación se ponía más critica, aunque contaban con seguro, se les daría prioridad a los nacionales.

“Durante el tiempo en que nos definían nuestra situación, yo me la pasé encerrada, solo salía a hacer el súper pero para ello se nos exigía el uso de guantes y de cubrebocas. En los supermercados los horarios cambiaron y no permitían entrar por grupos. Las farmacias empezaron a cerrar, los bancos, los hoteles, todo cerrado  y entonces todo mundo empezó a enloquecer. No había nada, los anaqueles vacíos. Llegó la fase 4 y fue la oportunidad para poder regresar a México.

“Los aeropuertos, tanto en Estados Unidos como en México, incrementaron también sus medidas de seguridad, doctores y militares revisaban la temperatura. Pero los aeropuertos vacíos.

“Nadie fue a recogerme al aeropuerto, me vine en autobús a Puebla y todo el tiempo yo vine con cubrebocas y guantes. Mi papá fue por mi a la terminal de autobuses y al llegar a casa hice todo el procedimiento indicado de sanitización de maletas y de todo. Salí de una pandemia, para entrar a otra”. 

Ahora Irma se encuentra en México,  por el momento trabaja en el negocio de sus papás y  aunque tiene mucha ilusión de volver sabe que la situación está muy complicada por los efectos la pandemia. 

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