[Gustavo comparte experiencias significativas en el país latinoamericano.]
Llegó a Uruguay sin saber nada del lugar, es decir, no investigó ni qué había, tampoco tenía un lugar al cuál llegar a vivir, ni tampoco sabía cómo desplazarse; al terminar con su documentación lo primero que hizo fue buscar un lugar con wifi para buscar un hotel o casa donde viviría los próximos 6 meses.
Así comenzó su aventura Gustavo Valle Figueroa, estudiante de octavo semestre de Cine y Producción Audiovisual de UPAEP, quien cursó un semestre de intercambio en la Escuela de Cine del Uruguay (ECU).
“Me gustan las sorpresas, en el aeropuerto me conecté para buscar un hostal, encontré 3 residencias estudiantiles, así que tomé los datos y pedí un uber, sin embargo, los lugares estaban en muy malas condiciones así que seguí buscando. En una página encontré un lugar que estaba bastante bien, era una casa enorme en donde vivía un chico de Alemania, una chica de Argentina, una chica española y cinco chinos”, relató.
No obstante, al ser una casa grande y multicultural, los problemas no se hicieron esperar. “Con los chicos de Alemania, Argentina y España desde un inicio hicimos click, fuimos como una familia, pero con los de China fue un poco más complicado, pues fuimos su primer contacto con personas hispano hablantes”, confesó Gustavo.
Debido a las diferencias culturales que la convivencia tuvo algunos tropiezos y es que aunque trataban de incluir a sus roomies de Asia, ellos siempre estaban en su burbuja, comentó Gustavo.
“Los invitábamos a ver películas, hacíamos chistes, pero nada, no entraban en el ambiente. Ya después comprendí que nuestras culturas eran diferentes. Él había tenido unos días malos debido a problemas familiares, y decía que no quería contagiarnos con su tristeza, en cambio nosotros hacemos que los demás se unan a nuestras alegrías para que los demás olviden sus problemas. Fue extraño, pero aprendí a respetar sus ideas”, destacó.
En el aspecto académico, Gustavo Valle Figueroa, comentó que aunque el ECU era una institución pequeña, contó con maestros bien preparados de quienes aprendió demasiado pues incluso tenían ya películas en cartelera. Allí, cursó las materias de Realización Cinematográfica, Análisis Cinematográfico y Dirección de Arte.
Por lo anterior, lamentó que la relación con la UPAEP se haya terminado pues para su carrera son muy limitadas las opciones.
Además de desarrollarse académicamente, Gustavo trabajó en Montevideo para una organización que se dedicaba a organizar fiestas y viajes a estudiantes de intercambio, donde fungió como camarógrafo y fotógrafo, y también tuvo la oportunidad de viajar con ellos y conocer más lugares al interior del Uruguay, como las cataratas de Iguazú, Punta del Este, Minas y Buenos Aires.
Añadió que entre sus mejores vivencias en su periodo de intercambio y que de algún modo nunca había vivido en México fue que en una ocasión se subió al autobús un joven a tocar la guitarra y cantar pues la reacción de los uruguayos cuando éste terminó su pieza musical fue sorprendente.
“El chico traía algo así como un ukulele, y una armónica, estaba tocando súper bonito y cuando acabó todos empezaron a aplaudir, no hubo persona que no aplaudiera, y yo me quedé así como que no lo podía creer, ya no recuerdo si le di o no monedas de ver la reacción de los pasajeros”, relató.
Otra de las diferencias culturales que encontró Gustavo fue al saludar. “Los Uruguayos se saludan de beso, incluso entre hombres así lo acostumbran. Era algo extraño al principio porque yo guardaba mi distancia ya después me acostumbré", reconoció.
Un dato más respecto a Uruguay, agregó, es la cultura del mate, bebida que toman mucho los oriundos y que es como pretexto para que jóvenes y ancianos se reunan para platicar. “Es todo un ritual, hay quien lo prepara, ésta persona se toma uno y lo pasa a los demás hasta acabarse. Es toda una experiencia, es algo que adopté pues me gustó bastante”.
Culturalmente y académicamente hablando, dijo, fue un viaje que valió la pena pues conoció colegas con quienes pudo complementar ideas, además de que se dio cuenta que hay lugares como Uruguay que destinan fondos a la cinematografía.
En este sentido, invitó a sus compañeros a salir de su zona de confort e intentar nuevos lugares para cursar un intercambio, pues asegura que el sur vale mucho la pena ya que aunque son culturas muy parecidas, guardan muchos sitios que pueden sorprender.