Las universidades y la familia no sólo son generadoras de cultura; deben formar personas realmente auténticas.
En el marco del 16º Encuentro de Centros de Cultura, se llevó a cabo el panel titulado “las universidades generadoras de cultura”, en el cual se analizó el papel de las instituciones de educación superior frente a la realidad y los retos que hoy enfrentamos como sociedad.
Moderado por Emilio José Baños Ardavín, Rector de la UPAEP, este panel contó con la presencia de Yoani Paola Rodríguez Villegas, Rectora de la Anáhuac Oaxaca y José Manuel Asún Jordán, Rector de la Universidad Cristóbal Colón. Este conversatorio se basó en tres ejes principales: escudriñar cuáles son las amenazas socioculturales en la educación integral y su interconexión en el desarrollo matrimonial, por otro lado, la vida familiar y estudiantil en el contexto de la pandemia, cómo la han vivido las comunidades universitarias, y los nuevos retos de la educación universitaria en la construcción familiar.
Durante su intervención, Yoani Rodríguez sostuvo que la cultura respira en el alma de cada miembro de la sociedad, si en ella prevalecen valores que elevan al hombre y lo humanizan, esa cultura vale mucho la pena; pero si prevalecen los que lo encierran en sí mismo y solo ponen en juego sus fuerzas sensitivas e instintivas, esa cultura deshumaniza y es lo que estamos observando en estos momentos.
Por lo tanto, para que la cultura no muera, sino al contrario se humanice mucho más, es necesario abrirse al diálogo y ese diálogo es con quien puede no pensar igual, con quien tiene otro lenguaje, otros intereses, que tiene otros puntos de referencia históricos, otros acontecimientos que han marcado su vida y aspiraciones completamente distintas, pero es justamente la universidad quien ofrece esta posibilidad siendo ese diálogo el núcleo existencial de la cultura.
“Para lograr este principio integrador hay que estar a la altura de los retos, la cultura actual nos invita a pensar mucho, pero a saber pensar con exigencia. El núcleo de la actividad universitaria es la relación profesor alumno, ahí se juega la verdadera formación integral, ahí se construye universidad y ahí se hace cultura, entonces el docente tiene que salir al encuentro de la humanidad de cada alumno y acompañarle hasta que este descubra la búsqueda que le constituye en lo más íntimo de su ser como una persona”, expresó la Rectora.
Para poder enfrentar los retos actuales propuso repensar los contenidos para rehumanizar a la persona, a la familia, la empresa, los medios de comunicación, la economía, los derechos, etc., “busquemos que los estudiantes se transformen para favorecer una vida humana digna”.
Por su parte, José Manuel Asún realizó su análisis a partir de tres claves fundamentales que componen la propuesta cultural que están tratando de llevar adelante las universidades católicas
La primera se refiere a los límites del desarrollo; la educación que desde hace mucho tiempo se entendía como la humanización de ese desarrollo, tiene que comprender y meter en su horizonte de comprensión la conciencia de los límites del desarrollo y sus consecuencias locales.
El segundo punto -dijo-, tiene que ver con los fines y los medios o la comúnmente llamada tecnocracia, “vivimos una época en la que hay bulimia de medios, pero se corresponde con una anorexia de los fines, prevalece la técnica y los instrumentos, prevalecen los medios y muchas veces se olvidan los fines, mi propuesta es que nuestras universidades católicas y nuestras familias en esa formación que hacemos no puede olvidar los fines”.
Dicho lo anterior, aseveró que las universidades católicas reivindican los fines, formando profesionistas competentes no solamente técnicamente, sino con fines últimos que dan sentido, que transforman y que tienen en cuenta el bien común.
La tercera clave es el tema de la verdad, “en este mar de tantas pos verdades, falsedades y subjetividades una clave para nuestra formación es considerar la verdad como un elemento trascendente que buscamos y adquirimos, por lo tanto, nuestras universidades católicas proponen esa búsqueda auténtica, esa conquista de la verdad que no es otra cosa que ayudar a las personas a encontrarse con Cristo”.
Estas tres claves, afirmó, forman parte del corazón interno de nuestra cultura universitaria católica, ya que su modelo se basa en la “persona humilde porque tiene conciencia de los límites, consciente de los fines últimos y que busca la verdad, una persona, en fin, que tiene dignidad, que es la parte objetiva de la persona y subjetividad en cada persona, pero que se une esa subjetividad y esa objetividad en la relación con los demás con el prójimo”.
“Nuestras universidades y nuestras familias formamos personas, pero no para nosotros mismos, no para encerrarnos en nuestro propio oasis sino para estar en el mundo. El evangelio nos propone tres imágenes muy bellas para pensar cómo podemos ser fermento en esta sociedad para ayudarle a transformar con nuestros estudiantes y nuestras familias: abrirse al mundo siendo sal, levadura y semilla, esa es una forma en cómo podemos las universidades y familias ser formadores de personas realmente auténticas”, puntualizó.
A manera de conclusión, Emilio Baños Ardavín exhortó a los presentes a atreverse y abrirse a un diálogo franco bajo la perspectiva del encuentro.
“Si no hay apertura al diálogo difícilmente se puede hablar de una disposición a trabajar por el bien común y en la educación esto es fundamental, difícilmente podemos pretender espacios de formación verdaderamente profundos si no nos abrimos a conocer, a encontrarnos y mirarnos a los ojos primeramente con nuestros jóvenes y de ahí con toda la comunidad universitaria”, enunció.
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