Con la apertura de la clínica, el pasado 13 de julio, la Facultad de Odontología ha implementado un riguroso manual de bioseguridad que garantiza la salud de los pacientes y estudiantes.
“No importa que tan robusto sea el manual de bioseguridad, si no seguimos y tomamos en cuenta cada uno de los controles que incluya, podemos poner en riesgo nuestra salud”, observó Silverio Jafet Vázquez Alcaraz, experto en Bioseguridad durante una plática impartida para estudiantes, profesores y administrativos de la Facultad de Odontología.
Durante este espacio reconoció la labor de la UPAEP en la elaboración de rigurosos protocolos de bioseguridad estructurados de forma secuenciada y que toman en cuenta barreras físicas, químicas e inclusive biológicas para fundamentarlos y así lograr integrar las protecciones estándar y adicionales que van a salvaguardar cualquier condición de salud.
“Pocas universidades tienen protocolos tan estructurados como los que ustedes han emitido, basados en la literatura más actualizada; por ello deben aprovechar al máximo el aprender de ellos”, aseveró el especialista.
Explicó que como dentistas, se puede estar en contacto con fuentes de contaminación muy cercanas, por lo que es necesario descontaminarlas, sobre todo aquellas que denominan de reservorio secundario. Es decir, si hablamos de reservorio secundario tenemos un objetivo muy importante, descontaminar las superficies del operatorio con la finalidad de reducir al reservorio causante del problema o del riesgo; éste ,según la literatura, es el elemento de control más importante para evitar los riesgos ocupacionales.
Referente al COVID-19 añadió que los reservorios que se deben amortiguar son los aerosoles, el plástico, el metal, el cobre y el papel, por lo tanto, si se tiene la oportunidad de eliminar el reservorio principal, es decir que el paciente con signos y síntomas no aparezca, se evitará el principal riesgo.
“Si no logro detectar a este paciente tengo la oportunidad de poder controlar el reservorio secundario que son las superficies a la redonda y las superficies en mi instrumental, por eso el control de infecciones está centrado en la descontaminación ambiental y en la esterilización de instrumentos para evitar la transmisión del COVID”, expresó.
Describió que el control consiste en eliminar el primer reservorio tanto primario como secundario; el segundo es hacer cambios en la sustitución de procedimientos, técnicas o practicas peligrosas. Probablemente en odontología la técnica más peligrosa sea la de los aerosoles; estos no van a poder ser suprimidos al 100%, pero sí tenemos procedimientos que sustituyan la aspiración convencional por una de alta succión.
Este control busca reemplazar practicas o procedimientos peligrosos que también consisten en reducir el desorden, removiendo los objetos que no son necesarios, guardando los objetos en diferentes cajones o estructuras con la finalidad de dejar lo más limpio de superficies de transferencia nuestro operatorio.
“El tercer control tiene que ver con la colocación de barreras que probablemente sea una de las prácticas más importantes para evitar que exista un aumento de superficies de contacto clínico, estas berreras deben ser removidas una vez que el paciente se va bajo las medidas higiénico sanitarias correspondientes”, añadió Silverio Jafet Vázquez.
Especificó que uno de los controles más complicados es el de ingeniería, que consiste en aislar a las personas que trabajamos en la consulta de los riesgos de contagio, con ello se busca generar los flujos de aire correspondientes para que los aerosoles se puedan disipar.
Recomendó esperar 30 minutos entre paciente y paciente para procurar una limpieza y ventilación adecuada y que los Aerosoles contenidos en esta zona se puedan suprimir.
En cuanto a los controles administrativos -dijo- complicados de trabajar, por ello celebró que la UPAEP tenga la oportunidad de aplicar estos protocolos administrativos que además pueden ser consultados en el micrositio de regreso. “Estos controles están basados en el flujo y cantidad de pacientes, inclusive en la forma en que se mueven éstos y el personal de salud dentro de la clínica”.
Manifestó que si se tiene la oportunidad de poder controlar administrativamente el flujo de las personas o cambiar la forma en la que se trabaja, es una de las estrategias más efectivas para evitar la contaminación y los contagios.
“Todos estos protocolos sumados al Equipo de Protección Personal (EPP) nos pueden acercar a la posibilidad de mejorar y alcanzar las condiciones seguras para realizar nuestro trabajo con el menor riesgo posible de un contagio”, aseguró el especialista.