El 99.7 de las empresas en México son familiares y pertenecen al rubro de las micro, pequeñas y medianas empresas.
Para las empresas familiares su patrimonio siempre está en juego, ya que cada decisión que se hace en administración o ejecución impacta directamente en él.
Para Zusell Porto Robles, CEO de Commercial Enterprise B&P LL, en este tipo de negocios los valores y conflictos familiares impactan directamente en la empresa, no se pueden separar, por ello es primordial establecer las reglas de operación para que estas puedan pasar a la siguiente generación.
El poder económico de este tipo de establecimientos es impresionante alrededor del mundo; tan solo en Estados Unidos el 80% del total de las empresas pertenecen a esta clasificación y son responsables del 50% del empleo, además del 40% del Producto Iinterno Bruto (PIB).
Mientras tanto en la Unión Europea 60% de las empresas son familiares lo que representa 17 millones de empresas que dan 100 millones de empleos. En España el 90% de las empresas son familiares y generan el 60% del PIB.
En cuanto a México las micro, pequeñas y medianas empresas que corresponden al modelo familiar representan el 99.7%, lo que representa una gran atribución a la economía nacional.
La también catedrática de UPAEP Online, afirmó que la empresa familiar mexicana tiene una serie de características que la distinguen de las del resto del mundo.
“La propiedad está en manos de la familia empresaria, el promedio accionario es mayor para la familia, además de que la emisión de acciones es sin derecho a voto”, explicó.
Otra característica- apuntó- es que las empresas familiares en México son muy jóvenes, el 51% de estas son de primera generación, el 28% a la segunda y el 21% a la tercera. En promedio la empresa familiar en México tiene 34 años.
“El fundador de la empresa además de ser el accionista mayoritario es el director general y es el presidente de los consejos de administración. En Puebla en el 61% de las empresas el Director General es el fundador”, puntualizó la también egresada UPAEP.
Ante esto, dijo, es importante evitar caer en las denominadas trampas familiares que pueden impedir una buena gestión o en última instancia su llegada a la siguiente generación.
Confundir el derecho de propiedad con la capacidad de dirigir es una de estas trampas. Se cae en ella cuando se le dice a los hijos que trabajen en la empresa para cuidar la propiedad o cuando los hijos se creen capacitados para dirigir la empresa por el hecho de ser hijos del fundador.
El dar mayor o menor beneficio a algún miembro de la familia que trabaje o tenga relación con la empresa puede ser parte de los engaños que pueden afrontar este tipo de compañías. Se debe recibir el mismo trato que un tercero.
“Cuando los sentimientos de afecto impiden la exigencia de resultados se generan conflictos familiares. Estos son transferidos a empleados proveedores clientes y banqueros. Ponen en riesgo la organización, se divide la familia y se pierde valor económico”, enfatizó la especialista.
La trampa a la que toda empresa familiar le teme es a la de retrasar la sucesión, ésta enfatizó la catedrática, es muy importante según KPMG, una firma de asesoramiento financiero, el 37% de estas compañías cuenta con plan de sucesión y el 68 de éstas no lo tienen formalizado.
Finalmente señaló, el plan de sucesión debe de estar establecido en el protocolo familiar desde el inicio, el hacerlo, ayudará a que la empresa llegue a la segunda generación.