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México vive una crisis de humanidad
28 octubre Por: Yolanda Jaimes
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[Necesario volver a la raíz: la persona; no tiene valor en este país, es instrumento de uso y cambio.]

 

En la actualidad la transmisión de valores o creencias, ha perdido fuerza y vigencia, así lo dio a conocer el Dr. Jorge Eugenio Traslosheros Hernández, profesor investigador de la UNAM.

Lo anterior en su participación en el Congreso de Humanidades bajo el tema “Instituciones Políticas y Educativas en pos del Bien Común”, desarrollado por la UPAEP a través del Instituto Promotor del Bien Común y la Universidad Vasco de Quiroga de Michoacán.

Durante su conferencia “La identidad nacional en el mundo global”, explicó que el ‘cambio civilizatorio’, como le llama Harold Berman a dicho fenómeno, genera una incertidumbre, pues al no haber transmisión de valores o creencias, no se sabe para dónde van las cosas.

Para exponer su punto de vista acerca del cambio de época el Dr. Traslosheros dijo, se pueden observar en cuatro situaciones concretas: la dictadura del relativismo, la desconfianza en la razón, la entronización del sentimiento y la política de las identidades.

La dictadura del relativismo expresó, basa su premisa en el entendido de que no hay nada que pueda sustentar una verdad, es decir, todo posicionamiento es válido y es derivado de la desconfianza en la razón o la incapacidad de ver al mundo objetivamente; al no haber razón, impera el sentimiento, mismo que sumado a la política de las identidades, donde cada grupo posee su propia verdad, su propia posición ante el mundo, genera una fragmentación en la sociedad.

“Ya no existe la ciudadanía, existen grupos ciudadanos que compiten entre sí por alcanzar algo. Fragmentar la realidad, fragmentar la sociedad, es la mejor forma de controlarla. Lo más grave del asunto es que nos convertimos en una competencia de puritanismos, cada uno tiene su propia posición y solo la mía es válida. Solo los que están con esa posición son buenos, todos los demás son réprobos”.

Para explicar este punto, trasladó el tema al contexto actual de la política mexicana: el cambio.  No obstante, hizo la distinción entre el cambio anhelado y el cambio que se vive con el actual gobierno.

“Son dos cosas distintas. Necesitamos una mirada mucho más plena para apreciar lo que sucede. La estrategia es obvia: dividir y confrontar a la población generando un clima de incertidumbre permanente en los distintos sectores culturales, sociales, empresariales para que todos dependan del hombre fuerte que maneja el partido, que maneja el estado”.

En este sentido dijo, el instrumento más poderoso que existe es el presupuesto, razón por la cual el actual gobierno ha quitado apoyos a sectores intermedios de la sociedad para concentrarlos en el marco de las decisiones del presidente.

Agregó, que pretender reducir toda la realidad a lo que diga una sola persona es un problema para una sociedad culturalmente compleja y diversa como la mexicana, sobre todo si se quiere hacer en tiempos de verdadera crisis.

“Para mí la crisis realmente de México no es ni económica, ni política, ni de partidos, siendo que sí es una crisis, sí hay una crisis muy profunda, pero es una crisis de humanidad, esa es la raíz más profunda, es decir, la violencia, la impunidad y la corrupción, han generado una profunda crisis de humanidad. La persona humana no tiene valor en este país, no vale, la dignidad de la persona no vale, son instrumentos de uso y cambio”.

Detalló que el actual gobierno no puede resolver esta crisis que es de humanidad profunda, pero sí la está haciendo más complicada, no la entiende y lo que entiende lo hace mal y eso se debe a una posición profundamente puritana en el manejo del poder, es un discurso puritano que reduce la realidad a la moral, a un moralismo entre buenos y malos.

“No hay matices y la sociedad, por lo tanto, se puede fragmentar bien fácilmente: los que no están conmigo son corruptos, los académicos son corruptos porque ganan un buen salario, porque reciben una beca, porque viajan al extranjero; los criminales son parte del pueblo bueno, eran pobres y no tuvieron más alternativa que tomar una AK47 y matar a mil personas. Pobrecitos, si les damos una beca de 3 mil pesos se van a volver buenos”, expresó.

A esta incertidumbre humanitaria y de partidos, señaló, se suma una tercera, que es la de la desesperanza.

“De esto último habla el Papa Francisco, es decir, esto en lo que yo creía no tiene valor, mis propios hijos no lo están valorando, veo que el país no funciona y además no hay una respuesta en mi comunidad de fe. No hay una respuesta clara, incluyente, armónica amplia, nos dejamos llevar por los mismos radicalismos, por la misma acedia espiritual. La gran pregunta es ¿cómo pararnos ante esta realidad como hombres y mujeres de buena voluntad y seguidores de Jesús de Nazaret que queremos un mundo de suerte que la fe llame a la esperanza y a la caridad y no a la división?”.

Ante esta pregunta, el Dr. Jorge Traslosheros, expuso que se tiene que volver a la raíz: la persona y propuso un camino para recuperar la memoria.

“El desconcierto no solo existe entre los católicos, sino que se extiende a toda la diversidad social, política y cultural de México.  Por ello, lo primero que hay que entender es que reducir la fe a un problema ético, en mi opinión es el fondo de esta crisis. La fe no es un problema ético, genera valores sí, pero los genera desde la persona humana. El reto como formadores es recordar el valor de la libertad religiosa, entender que un buen cristiano tiene que ser necesariamente un virtuoso ciudadano parándose frente al mundo en el valor y la dignidad de la persona. El valor y la dignidad de la persona son aprehensibles a la razón incluso prescindiendo de la revelación, por eso es para creyentes y no creyentes, pero si el creyente no lo anuncia, nadie lo entiende”, explicó.

 

 

“Vivimos tiempos de incertidumbre, ante un cambio de época y los cambios en México nos llaman a perder la esperanza, pero recuperando la memoria como seguidores de Jesús, desde este sentido de humanidad, defendiendo la libertad, recuperamos nuestra propia herencia histórica, recuperamos nuestra memoria y entonces sí, como seguidores de Jesús, podremos plantarnos frente al mundo, proponiendo desde una fe inteligente”, concluyó.

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