Cultura
Adoraciones de la ausencia
26 febrero Por: UPRESS
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Alas de la Memoria es un espacio de creación literaria de la Facultad de Humanidades a cargo del profesor Noé Blancas.  

 
Por: Carlos F. Ortiz[1]

 

I

No me cuentes del olvido,

háblame de otras cosas,

del olor que dejó la furia,

de la dulce alegría de la ceniza,

lo que se niega así de pronto

como un pájaro que pasa al aire

dibujando cadáveres llenos de penas.

 

Explícame por qué la tarde

son dos puntos cardinales entre tus labios.

Gritos de frutas secas sobre la mesa del hastío.

 

 

V

Nos quedamos solos mirando

partir los aviones.

Cerramos las ventanas,

abrigamos los muebles,

sacamos a pasear nuestra sombra

al patio de la muerte.

 

Vamos haciendo más largo el insomnio

entre miserias y pecados,

el tiempo descarga su furia sobre nosotros.

Un día amaneces haciendo perdidiza la vida.

Y ahí nos vamos pájaros en el cautiverio del silencio.

 

Afuera la lluvia sigue picoteando los edificios.

Mis ojos van midiendo tus soledades,

tu cuerpo desnudo.

Aquí nadie tiene la costumbre de la tristeza.

 

 

VI

En las calles os autos parecen ruinas,

cascarones inservibles de metal oxidado.

La nostalgia es un rudo pez que no se deja echar mano.

Tiernamente te acercas y acaricias mis ausencias.

Afuera la luna es un barco anclando

en el cuerpo saqueado de una mujer inmóvil.

Nosotros fuimos en algún momento un ejército de recuerdos,

tumultuosos y tristes, con el rostro sucio.

 

 

VIII

La tarde es un retrato carcomido por el rudo,

vagancia de soledades que se niegan a la ternura de unos labios.

Y sin embargo nos resignamos a escuchar la música lejana.

 

A veces guardo algunas migajas

colgando de la incertidumbre de las sombras

–ataviado por la inercia de tu nombre–

de recuerdos lluviosos y huecos en mi cuerpo.

 

 

La palabra

Insiste cada palabra a encontrar su eco

Como si a fuerza de su resonancia simularan una salida

La luna ilumina la casa como un film de los años cuarenta

En tanto insiste la palabra a no quedarse sola

Nombra con la calidez de una madre huérfana

Los muebles de la casa, los objetos que se desvanecen

Al ser pronunciados, como si por un instante el mundo

Sólo fuera una ilusión.

 

Una palabra basta para un encuentro.

Solo una es bastante terrible como la navaja

que corta la tarde.

[1] Mazatlán, Guerrero, 1976. Ha publicado los libros Sueños prosaicos (UAG, 1999), Poebrio (La Tarántula Dormida, 2000), Trenes para nombrar la soledad (IGC/Praxis, 2012), Anatomía de una hoja (La Tinta de Alcatraz 2011), Balada para Pereza (Ediciones Trinchera 2013) y Desquicios cuerpos en llamas (Instituto Mexiquense de Cultura, 2015). Esta selección pertenece a su libro Adoraciones de la ausencia (Diablura ediciones, 2013). Participó en el II Encuentro de creación literaria “Alas de la memoria”, organizado por la Facultad de Humanidades de UPAEP, en noviembre de 2020.

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