Es en la construcción del bien común que se ven reflejados los esfuerzos de la educación, por ello es importante formar jóvenes con un alto sentido de entrega.
Si bien la contingencia sanitaria por Covid-19 nos ha postrado como humanidad y nos ha dejado ver claramente las deficiencias que tenemos, también ha mostrado la otra cara de la moneda, la de valorar y aprender del encuentro con el otro.
Lo anterior como parte del análisis que Emilio Baños Ardavín, Rector de la UPAEP generó durante la emisión de la serie “Diálogos por la esperanza“ organizado por la Dimensión de Pastoral Educativa y de Cultura de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y la Universidad Vasco de Quiroga (UVAQ).
“Desde la perspectiva del educador, no toca ser artesanos de la esperanza, por ello debemos insistir en que el bien común es una esperanza compartida, es posible generar procesos que nos encaminen a la plenificación de la persona, pero es un bien que se construye juntos”, indicó.
En base a esta idea, recalcó que la educación debe construir procesos educativos y formativos con una perspectiva de aportación al bien común.
Haciendo referencia al texto del Papa Francisco evangelii gaudium, resaltó que la dignidad de la persona y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios y cuando esto se ve afectado, es necesaria una voz profética y es aquí donde destacó que el educador debe comenzar a retarse, pero también los estudiantes de convertirse en lo que realmente significa ser comunidad.
Sostuvo que son cuatro los principios que los educadores deben de abrazar con la finalidad última de abonar a la construcción de esta comunidad y los cuales considera los paradigmas que coadyuvan en la edificación de una propuesta formativa más humana y solidaria.
“Estos cuatro principios si los abrazamos creo que verdaderamente pueden cambiar los fundamentales de la educación, además tienen la gran bondad de ser principios universales que perfectamente pueden ser dialogantes con perspectivas creyentes o no y de diferentes culturas” expresó el Rector.
El primero de ello es entender que el tiempo es superior al espacio, para los estudiantes es legítimo aspirar a un reconocimiento por sus proyectos, pero lo que están construyendo es un caminar y esto es una perspectiva mucho más trascendente y el alcance va mucho más allá de esos logros en el corto plazo.
“Esto es imperativo para nuestra sociedad, la pandemia nos lo está ilustrando con toda claridad, ya que, con todos sus retos nos da la oportunidad que después de ella surja una humanidad más armónica y solidaria que valore el encuentro con el otro”, destacó.
La unidad prevalece sobre el conflicto es el segundo principio que mencionó el Rector, en este sentido sostuvo es fundamental en la construcción de la comunidad, y es que dijo para México esto es muy importante ya que no se debe apostar a la polarización, puesto que, ese camino no llevará a buen puerto; al contrario, lo que reta a los actores educativos es el buscar la unidad desde la diversidad; el atreverse a situarse desde la perspectiva de los demás y valorar el encuentro.
Como tercer punto describió que “es muy fácil realizar modelos educativos bien diseñados, impecables en la teoría, pero que no hablan desde las realidades que viven las diferentes regiones y familias; el mandato es ese atrevernos a hablar desde la realidad, de encontrarse con realidades que nos enseñarán a descubrir quiénes somos como persona y quienes somos como instituciones”, todo esto recae en lo que se puede denominar la realidad es más importante que la idea.
En este mismo sentido exhortó a provocar desde la niñez a una introspección, para descubrir la respuesta a la pregunta de ¿quién soy? y contrastarlo con la realidad que nos rodea.
El cuarto elemento para la construcción de una propuesta formativa más humana y solidaria es el todo es superior a la parte, y es que señaló que se debe ampliar la mirada y reconocer que es posible construir un bien mayor que no necesariamente es lo que se planteaba en primera instancia.
Agregó que como educadores, se tiene el reto de lograr las condiciones de manera que los estudiantes en cualquiera de sus etapas sean esa voz profética; y difícilmente se puede aterrizar la idea de comunidad si no se logra que esto esté inmerso en la perspectiva de vida de la sociedad y eso es en última instancia el cometido de los educadores.
“Si analizamos qué es lo que deja una experiencia profunda en nuestros estudiantes nos daremos cuenta que es el encuentro con el otro; por lo tanto si generamos reflexiones profundas en torno a este ejercicio, podrán vislumbrar que con ello se encontraron ellos mismos y que le son útiles a los demás y a su propio proyecto de vida”, enunció Baños Ardavín.
Afirmó que esa cultura de encuentro es sumamente rica y una herramienta universal; es algo que se debe provocar en la educación y es lo que permitirá una perspectiva más humana y solidaria en el devenir de las personas.