[Supo fusionar sus dos pasiones: el derecho y el servicio social.]
“Nunca voy a olvidar que el primer día de clases una profesora nos dijo ‘chicos, ya son todos unos universitarios’, fue como un boom para mí porque jamás pensé que podría continuar con mis estudios”, confesó Julia Ballesteros Fernández, becaria del programa Una Apuesta de Futuro, luego hacer su examen de titulación de la Licenciatura en Derecho
Y es que Julia tenía un pasado académico complicado, al terminar sus estudios de secundaria, estudió la carrera técnica en corte y confección, después emigró de manera ilegal a los Estados Unidos donde trabajó 6 años, regresó y decidió continuar con el bachillerato no escolarizado. Posterior a ello, se le dio la oportunidad de continuar con sus estudios en UPAEP, como becaria del programa Una Apuesta de Futuro.
“Estudié Derecho porque cuando regresé de Estados Unidos veía muchas injusticias, llegaba mucha gente con pinta de licenciado a aprovecharse de la necesidad de la gente, los engañaran con la promesa de que les podían arreglar sus documentos. Llegaban a promocionar aparentemente programas de gobierno y los estafaban con mil o dos mil pesos y jamás regresaban”, relató Julia.
Agregó que regresó del país vecino pues se dio cuenta que por más que trabajara y por más que ganara no iba a dejar de ser migrante, y aunque en su pueblo natal y su familia se tenía el pensamiento de que una mujer para qué iba a estudiar si se iba a casar, logró cumplir su sueño y terminar sus estudios de licenciatura.
Y aunque fue difícil empatar sus dos pasiones: el servicio social y el derecho, supo fusionar sus habilidades para entender que la una no está peleada con la otra. Hoy Julia está asociada con uno de sus compañeros y juntos crearon un despacho de abogados, donde principalmente atienden casos agrarios, y por el otro lado, pertenece al grupo de ayuda social Cruz Roja, como parte de un proyecto de resiliencia comunitaria.
“Trabajamos en comunidades que pertenecen a Puebla pero que por estar a hora y media de la ciudad, están como olvidadas, y el proyecto se desarrolló a partir de los sismos ocurridos en septiembre del año pasado, nosotros capacitamos a la gente para que sepan cómo reaccionar y nos basamos en tres ejes principales: socorro, salud e inclusión”, explicó.
“Queremos quitarle a la gente la idea de que no solo se trata de ir a dejarles despensas o que la Cruz Roja es solo ambulancias, sino que también hace labores humanitarias y que puede ayudarlos si se dejan. Queremos entender la problemática para que junto con ellos se puedan ofrecer soluciones, y que cuando sea necesario, la Institución se vaya y el proyecto tenga continuidad con los mismos pobladores. Esa es la parte bonita del trabajo y por eso es que me pagan”, agregó.
Ahora que Julia cumplió su metal, quiere replicar este modelo de resiliencia comunitaria en su comunidad y en otras poblaciones cercanas que presentan más necesidades y motivar a los más jóvenes para que continúen sus estudios a través de conferencias motivacionales y establecer su propio bufete jurídico.
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