Durante el acto inaugural del 16º Encuentro de Centros de Cultura "vocación al amor y la utopía de lo neutro", el Cardenal Gianfranco Ravasi analiza la figura de la mujer y el hombre a partir del libro del Génesis y del Cantar de los Cantares. Una mirada profunda y objetiva sobre el amor.
Hablar del amor no siempre es sencillo, muchas veces no se comprende del todo este sentimiento, sin embargo, es en la Biblia donde se pueden encontrar algunas respuestas; para el Cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura de la Santa Sede, estas se pueden ubicar a partir de tres cuadros vislumbrados en los capítulos I, II y II del libro del Génesis, así como en el Cantar de los Cantares, textos que muestran las diferentes formas del amor que el ser humano puede experimentar.
El primer cuadro se presenta en el inicio del libro, justo en el capítulo II, la Biblia dice que el hombre está incompleto, no ha encontrado una ayuda que esté frente a él, por eso es tan importante la relación horizontal que finalmente constituye la humanización que viene del lado del hombre.
El elemento de la costilla que en hebreo significa “el lado”; nos deja entrever que esta es una realidad que se encuentra junto a él. En distintos idiomas de oriente antiguo esta palabra puede tener otras acepciones como en sumerio que significa “la vida”, por lo que el Cardenal explicó que al hacerse esta referencia en el libro del Génesis, este no se describe como una dependencia material derivante o de subordinación; sino que al contrario es un paralelo.
Hizo referencia a un paso del Talbot que tiene que ver con este tema y que hace una reflexión al respecto. “Estén muy atentos a no hacer llorar a una mujer porque Dios cuenta sus lágrimas; la mujer salió de la costilla del hombre, no de su pie para ser golpeada, ni de su cabeza para ser superior, sino del lado para ser igual, un poco más abajo del brazo para ser protegida y del lado del corazón para ser amada”.
Dentro del capítulo III del Génesis, el cual contiene lo que se denomina la página del pecado original, muestra cómo el hombre rompe la armonía que Dios había dispuesto entre el hombre y la mujer a través del proyecto humano degenerado.
Explicó que en este fragmento del Génesis la sentencia divina marca una clara ruptura de la armonía entre el hombre y la mujer e introduce el dolor como uno de los símbolos más importantes de este distanciamiento que rompe el diseño que Dios había proyectado para la humanidad.
Referente al segundo cuadro -dijo- que dentro del Génesis I se lee la frase “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios masculino y femenino los creó” aquí debemos hacer una clara referencia a la imagen de Dios con el alma.
“La respuesta a esto es clara, el Dios creador tiene como imagen más evidente a la pareja que genera, de hecho si vemos el libro del Génesis está tejido en genealogía y por ello el vocablo más importante y utilizado después del nombre sagrado es “Hijo”, la historia de la salvación pasa a través de la secuencia de la generación, a luz de esto podemos entender cómo el Creador tiene como su estatua viviente sobre la tierra el amor del hombre y la mujer a través de su donación y la fecundidad”, explicó el también Doctor Honoris Causa en Ciencias Sociales por la UPAEP.
Añadió que la imagen de Dios es reconocida por nosotros en un modo teórico y abstracto en la razón y a través de ella en el alma, pero para la Biblia es en el amor donde la reconocemos y la manifestamos en un modo concreto y vital. Destacó que este segundo cuadro perfecciona el anterior y da una lectura teológica explícita de la pareja y su unión; “él y ella son el gran símbolo de Dios”.
Para dar un bosquejo final no se puede dejar de lado la relación de pareja y ésta, sostuvo, se puede ver plasmada en el Cantar de los Cantares; 1250 palabras en hebreo, aproximadamente 15 versos con una intensidad que nos permite agregar una precisión más sobre el discurso que el 16º Encuentro de Centros de Cultura presentará a lo largo de su jornada.
“Esta precisión tiene que ver con tres realidades que están conectadas y vinculadas. Es un tipo de cadena con tres anillos de tres piedras preciosas”, expresó el Cardenal.
La primera es la sexualidad, explicó que en este texto se encuentra un léxico sexual entre los más ricos con toda la complejidad y somatismo del cuerpo humano. Hay una representación de los labios, los ojos, la cadera de la mujer. “La Biblia no se avergüenza de hablar en esta dimensión que después se representa en algunas páginas por ejemplo el capítulo IV, el cual es una descripción física del hombre partiendo desde la cabeza; el VII describe los pies mientras está inmersa en la casi poesía de un baile”.
El segundo anillo se refiere al eros que es el deseo, lo alusivo. La mujer del cantar de los cantares juega con el velo y su mirada; existe la fascinación, la ternura y la fantasía por parte del hombre, esto no es más que el fruto del descubrimiento de la belleza del otro.
La tercera piedra preciosa es el amor, esto es evidentemente el elemento más alto en la relación hombre-mujer a través de la donación total.
“En el Cantar de los Cantares la mujer es la protagonista, la mujer declara la construcción del amor recíproco: mi amado es mío y yo soy de mi amado. Esta declaración se modula sobre la alianza entre Dios e Israel”, puntualizó.
Además precisó que en este texto, es la mujer quien habla de la relación entre el amor y la muerte “ponme como sello en tu corazón, como sello en tu brazo, porque fuerte como la muerte es el amor, insaciable la pasión como el abismo, sus brazas de fuego, fuego de Dios”.
Enfatizó que el Cantar de los Cantares es el resumen de toda la simbólica que se usará en el interior del Nuevo Testamento y se dispondrá como símbolo para hablar del Reino de Dios.