Nota del día
En México urge forjar una “solidaridad habitual”: Emilio Baños
21 febrero Por: Fernanda Bretón
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[México requiere ciudadanos comprometidos y esperanzados, aseguró el rector de la UPAEP al abrir el Encuentro del Mundo del Trabajo “Por un desarrollo pleno, incluyente y sostenible”.]

Urge pasar de una solidaridad inusual a una solidaridad habitual. En México las empresas pueden hacer más, no deben sentirse satisfechas con los “mínimos”. Todos estamos llamados a tener futuro, a no ser descartados para la construcción y el disfrute del bien común, aseguró este viernes Emilio Baños Ardavín, rector de la UPAEP, ante empresarios, académicos y obispos en la apertura de un gran encuentro sobre el mundo del trabajo.

Bajo el lema “Por un desarrollo pleno, incluyente y sostenible”, la cita fue convocada en la Ciudad de México por la Confederación USEM, la Pastoral del Trabajo y la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

«En México nos preciamos por ser “solidarios”, sin embargo, nuestra solidaridad suele ser más bien compasiva e incluso despertada únicamente en medio de grandes desastres. Una transformación de fondo exige que asumamos la solidaridad como criterio de elección y de decisión en las distintas esferas donde se genera y distribuye la riqueza; es decir, pasar de una solidaridad inusual a una solidaridad habitual», precisó el también presidente de FIMPES, la Federación de Instituciones de Educación Superior del país.

Destacó que el mundo de la empresa y del trabajo son espacios privilegiados para generar una transformación social genuina y a fondo. Junto con ellos, también la familia y la escuela-universidad son los puntos de partida para dar inicio a una transformación a fondo de la patria.

Empero, aclaró que es en la familia donde se debe fraguar una auténtica humanidad para todos sus colaboradores de una empresa, por ello es necesario “humanizar la cuarta revolución industrial”, que se vive actualmente en el mundo.

«Esto depende de cuán sostenibles sean los vínculos que hagan perdurable la paz en una comunidad. La pervivencia de un pueblo y de una cultura depende más de cuánto sus habitantes valoran en comunidad y cuántos valores los unen, que de las vicisitudes políticas o económicas por las que atraviesan», consideró.

Una empresa auténticamente responsable siempre puede hacer más -enfatizó- «no nos acostumbremos a los mínimos, los cuales en la propia ley están por debajo de los verdaderos mínimos debidos a la dignidad de quienes colaboran con nosotros.»

Al contrario, invitó a los asistentes a asumir una lógica de máximos, ya que el bien común nos llama a tener una doble mirada: máximamente horizontal, en donde se beneficie al mayor número de personas en la comunidad, pero también máximamente vertical, es decir, beneficiando cada una de las dimensiones constitutivas de la persona para que ésta alcance su plenitud.

Luego afirmó que el bien común exige que, a partir de esa solidaridad habitual, se detonen procesos creativos y audaces para capitalizar el talento de la comunidad laboral y los avances científicos tecnológicos hacia la generación de nuevos aportes para el desarrollo de la empresa y la sociedad.

«La lógica del bien común nos llama a aferrarnos a que el prójimo permanezca a nuestro lado, a hacernos cargo de los que aún permanecen atrás. Esta responsabilidad personal y comunitaria no es otra cosa que el motor mismo de la movilidad social, cuyos efectos son una dinámica económica de mayor crecimiento, una dinámica social más justa y menos violenta y una dinámica democrática más sólida y participativa», estableció.

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