Nota del día
Los gobiernos civiles han transferido la solución de los problemas de inseguridad del país a las fuerzas armadas
16 enero Por: Juan Méndez
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[En Puebla va en aumento la percepción de inseguridad que se vive en la ciudad.]

Los problemas de inseguridad que se están registrando en el país están alcanzado “cuotas que jamás se hubiera uno imaginado en décadas pasadas y particularmente en Puebla, que supuestamente es uno de los estados menos problemáticos del país”, aseveró el Dr. Herminio Sánchez de la Barquera y Arroyo, Director de los Posgrados en Ciencias Sociales de la UPAEP.

Lamentó que en el estado poblano se esté registrando un notable crecimiento en la percepción de inseguridad y de hechos delictivos, sin olvidar “que no todos los estados de la república son iguales, en algunos predominan los problemas de delincuencia organizada y en otros son problemas de delincuencia común como la que tenemos en Puebla”.

El Dr. Sánchez de la Barquera comentó que el aspecto central de esta situación es que la percepción de la población en cuanto a la seguridad es cada vez peor. “Hay lugares como Minatitlán, Coatzacoalcos, o como Villahermosa en donde de cada 100 habitantes, casi esos 100, sienten que su ciudad es insegura, y lo lamentable es que estamos cerca del 80 por ciento de la sociedad mexicana que percibe que su ciudad es insegura. Además de los datos duros que podamos manejar, hay una creciente percepción de que las cosas no están funcionando”.

Enfatizó que de ahí la importancia de contar con una Ley de Seguridad Interior, pero agregó que el problema está en que la ley que se hizo, fue elaborada muy precipitada y se caracteriza por estar sustentada en “un paraíso de vaguedades, ya que cuenta con muchos conceptos y artículos que están sumamente vagos, que no precisa en nada y deja una cancha muy amplia para diferentes interpretaciones y acciones de la autoridad sin un respaldo jurídico, ese es el principal problema que podemos observar”.

Subrayó que un área de oportunidad es que los legisladores tienen que repensar cuál es su función en todo este problema.

Reiteró que los problemas de seguridad son muy complejos porque responden a muchos factores, porque además tienen muchos actores, no sólo son las policías, también implica a todo el aparato de la impartición de justicia, el aparato para la prevención de los delitos, así como los aparatos para la prevención de vicios y situaciones de ese tipo. Además de que hay otra variante importante como es la cuestión educativa, las familias, etcétera.

Por lo tanto, dijo que los problemas de seguridad no se reducen a “ver quién persigue al delito, sino que tiene muchos actores como son el sistema penitenciario, las acciones de prevención de las policías, las labores de inteligencia, entre otros. Y no todos se concentran en quiénes persiguen a los delincuentes”.

Y como consecuencia, señaló, “se puede observar en esta ley que requiere de un trabajo mucho más a fondo para determinar cuál debe ser el trabajo de un poder legislativo y para intervenir en los problemas de inseguridad que tiene el país y no proponer una ley muy corta con 34 o 35 artículos que deja mucho campo a la discrecionalidad, la vaguedad e indefinición. Comenzando por la misma definición de Seguridad Interna que es muy ambigua y otros aspectos como resistencia, sin definir que se comprende por resistencia y así, se puede uno encontrar una infinidad de conceptos que deben ser revisados y concretados para que la ley realmente funcione”.

Advirtió que la Ley de Seguridad Interior lo único que propone es formalizar el traslado de las labores de seguridad pública de las policías, es decir del aparato civil al aparato militar, lo que resulta sumamente grave. “Porque se supone que en todos los casos en donde las fuerzas armadas intervengan en cualquier país del mundo, esa labor de las fuerzas armadas es la última opción que queda. Como son las situaciones de guerra, los desastres naturales, de seguridad nacional, porque cuando se mueven las fuerzas armadas es porque representa la última opción a utilizar”.

En consecuencia, dijo que es muy grave que la ley no incentive y no obligue a los gobiernos locales como estatales y municipales a intervenir en los problemas de seguridad, simplemente formaliza el traslado de las labores de seguridad pública a las fuerzas armadas que no están hechas para esa función.

El Dr. Herminio Sánchez de la Barquera, acotó que los problemas de seguridad no se podrán resolver si no se cuenta con un aparato policiaco, con un sistema de impartición de justicia o penitenciario en manos de civiles que funcione adecuadamente. “Las fuerzas armadas no tienen como labor, ni como vocación o capacitación, realizar labores de seguridad pública y mucho menos de establecer estrategias de prevención del delito, entre otras acciones”.

Por su parte, el Mtro. Hugo Hernández Carrasco, estudiante de la Maestría en Ciencia Política y miembro del Grupo de Investigación en Ciencias Sociales (INCISO-UPAEP), manifestó que uno de los peligros que se pueden observar en el contenido de la ley de Seguridad Interior es la ‘hibridación’ de la dimensión de la seguridad en el país, es decir, cómo la ley no otorga otras facultades o no crea una agencia especializada para dedicarse a labores de seguridad interior, lo “único que hace es hibridar las labores de seguridad pública con seguridad interior y con seguridad nacional, lo cual resulta sumamente peligroso y pernicioso a largo y mediano plazo”.

Señaló que la creación de la gendarmería prometía de alguna manera un cuerpo que se aproximara a cuidar las labores de seguridad interna y lo que tenemos es un cuerpo al margen de la policía federal y haciendo labores de seguridad muy limitada.

Por lo tanto, reiteró que la Ley de Seguridad Interior es un área de oportunidad para crear un cuerpo burocrático especializado y no en cambio, ser una ley que amplía las labores del ejército, que además tiene un presupuesto acotado, reducido con respecto a otros países y que cumple otras funciones que están fuera de su accionar.

Por último, el Dr. Herminio Sánchez de la Barquera dijo que las autoridades civiles se encuentran en una zona de confort, al no tomar el problema de la inseguridad en sus manos y afrontarlo, sino por el contrario, le echan la pelota a las fuerzas armadas de manera formal, situación que no puede ser por la formación que tiene el personal de la milicia.

En México dijo, “es momento de pensar qué tipo de autoridades civiles queremos y qué tipo de fuerzas armadas queremos. Unas fuerzas armadas que sean la muchacha para todo, que todo hagan, que cada vez que fracasa la autoridad civil, intervengan ellas, sin la vocación necesaria para hacerlo y con un raquítico presupuesto”.

 

 

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