Nota del día
Don Manuel Díaz Cid, Profesor Emérito de la UPAEP
07 septiembre Por: Juan Méndez
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[Es un modelo de profesor que necesitamos emular en estos tiempos actuales: Dr. Baños Ardavín.]


Don Manuel Díaz Cid, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas, recibió el Grado de Profesor Emérito de manos del Dr. Emilio José Baños Ardavín, Rector de la UPAEP.

En la ceremonia se contó con la presencia de familiares y amigos de Don Manuel Díaz Cid, miembros de la Junta de Gobierno, académicos y estudiantes de la comunidad universitaria.

El Grado de Profesor Emérito fue entregado a Don Manuel Díaz Cid por el Lic. Juan José Rodríguez Posada, Presidente de la Junta de Gobierno y por el Dr. Emilio José Baños Ardavín Rector de la UPAEP.

En su intervención, el Dr. Emilio José Baños Ardavín, Rector de la UPAEP enfatizó “este reconocimiento Don Manuel sé que no lo buscaste, ni mucho menos lo necesitabas, pero te queremos decir que nosotros como comunidad universitaria, sí lo necesitamos y me atrevería a decir que nuestra sociedad lo aprecia, lo valora y lo solicitaba”.

Hoy con este reconocimiento queremos poner de relieve el testimonio de un líder de su tiempo, de un líder de todo tiempo, que no se conformó, que supo distinguir en las diferentes etapas de su vida y aún en el presente, los signos de los tiempos.

Don Manuel Díaz Cid siempre supo dar un paso al frente y poner todo su talento, toda su experiencia, toda su capacidad de convocatoria para tratar impulsar un cambio y tratar de modificar el estado de las cosas.

Una universidad que te agradece ese gesto y que valora a lo largo de sus más de 44 años de vida, esa capacidad e ir fraguando el estilo de liderazgo UPAEP.

Un profesor investigador que no se quedó nunca en la superficie, que no se conformó con las explicaciones convencionales, que supo ir al fondo, a las primeras causas y a las últimas consecuencias de lo que acontecía.

Un investigador que nos hacía ver que todo está interconectado, y que las cosas no son fruto de la casualidad, que nos “enseñaste Don Manuel y nos has enseñado a ver más allá, y a imprimir en todo lo que hacemos y en todo lo que apreciamos de esta realidad, una realidad ulterior, una realidad trascedente, un modelo de profesor que necesitamos y que necesitamos emular, un profesor que ha dado cátedra con su propia vida, que en ese espíritu universitario, en ese buscar permanentemente la verdad, difundirla y defenderla, le implicó y le ha implicado su vida entera. Un amigo siempre presente para todos que no regateaba su tiempo”.

Subrayó que la  comunidad universitaria no olvidará jamás ese gesto de humildad que lo ha caracterizado por siempre ‘Don Manuel’, “porque ante tantos avatares, tantos logros y hechos que no se podían explicar sin ese pensamiento audaz de Don Manuel, también nos ha dado muestras y cátedra de humildad, de saber reconocerlos como lo que somos, hombres y mujeres falibles que no lo podemos todo, que no nos valemos al cien por ciento por nosotros mismos, porque necesitamos de los otros, aún más porque necesitamos del Otro”.

Siempre se ha distinguido por saber reconocer los errores y de saber pedir perdón, porque eso es lo que nos hermana y porque eso es también parte de esa cultura del encuentro.

“Don Manuel, finalmente te agradezco porque con ese testimonio, con ese pensamiento, con todas esas relaciones y oportunidades de encuentro nos has retado y nos retas perenemente a ser, a prefigurar y ser partícipe de la creación de ese futuro y ser los primeros del mañana y nunca los últimos del ayer”.

En su mensaje a la comunidad universitaria, Don Manuel Díaz Cid, advirtió, “agradezco a la Universidad y al Rector Emilio Baños, por este reconocimiento como Profesor Emérito, sobre todo por esta oportunidad para encontrarnos, porque la Universidad es un ‘lugar de encuentro’. Veo muchos jóvenes a los que no he podido conocer aún y a otros menos jóvenes, con los que he podido compartir el trabajo y los ideales en nuestra querida Universidad”.

Asimismo dijo que en este momento histórico, en la segunda década del siglo XXI, marcado entre otras cosas por una tendencia a la desinstitucionalización, la Universidad también resiste su propia crisis; y la tentación de las universidades es justificarse con intenciones que alejan de su misión primordial, que es la búsqueda y la comunicación de la verdad.

Acotó, “la naturaleza de la universidad lleva a señalarle su porvenir entregado a la reflexión y a la investigación; pero hoy, en plena crisis de la posmodernidad, la universidad está desafinada por las corrientes del pragmatismo que buscan el aplauso. Hoy cuando los intelectuales del mundo presumen que con el filo de su inteligencia puedan cortar en rodajas al universo, se olvidan de que este mismo hombre es capaz de alentar manifestaciones de la violencia que indican que la turbulencia nacida de la desconfianza se encuentra desbordando los terrenos propios de la ciencia invadiendo todo con argumentos materialistas, fácilmente disfrazados de inteligencia científica que conduce inevitablemente a una paralización de las reflexiones con el efecto de desequilibrar la razón humana dejando al hombre en vilo ante la nada”.

De igual forma enfatizó, al llegar al final de un camino resulta importante mirar hacia el punto de partida. “Revisando mi historia soy consciente de que aquella confrontación entre los movimientos Intermarium y los movimientos de la izquierda, como en particular el comunismo, fueron una pequeña parte pero muy importante en la lucha por organizar la sociedad civil, haciendo que nuestros propósitos se cumplieran en la medida de nuestras posibilidades, echándonos para adelante ante un mundo hostil que ya perfilaba el proceso desintegrador que estamos viviendo hoy”.

 

Por último, exhortó a los presentes, “no me queda sino decirles adiós y al mismo tiempo hasta pronto. Deseo que disfruten sus años de estudio –que son los mejores en muchos aspectos- y que los recuerden cuando tengan que pensar en las generaciones que vienen detrás de ustedes para que, como yo ahora, les digan: Alegrémonos, pues, mientras seamos jóvenes”.

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