Entrar al equipo universitario y elaborar un proyecto profesional para el coach, parte de las anécdotas de Liz García
“Javier me hizo crecer en todos los sentidos. No hay una sola esfera de mi vida que no esté impregnada de sus enseñanzas. Te puedo decir que al día de hoy es un ejemplo de jefe de familia y padre. Como profesionista ahora llevo la pasión que aprendí en la cancha porque fueron muchos años de enseñanzas”. Es la referencia que Elizabeth García Castro, ex Águila UPAEP da sobre el coach Javier Ceniceros.
García Castro es egresada de la licenciatura en Arquitectura y es Mtra. en Dirección Estratégica de Organizaciones por UPAEP. En la duela (2002 a 2010) consiguió con la quinteta rojiblanca el Subcampeonato Nacional de CONADEIP Primera Fuerza en el 2009.
Justo en el 2002 Javier Ceniceros tomó el cargo como head coach del equipo femenil universitario, pero Liz García llegó a la universidad cuando el campo de pruebas ya se había realizado.
“Me movió mucho saber que Javier estaba al mando del equipo; así que sin más, llegué después de los campos de pruebas y empecé el primer semestre sin beca alguna. Aún recuerdo que llegué al entrenamiento y le pedí una oportunidad para pertenecer al equipo, a lo que me comentó que ya habían pasado las pruebas pero que podía participar”.
Elizabeth García menciona que en aquella época el programa de becas aún no era tan amplio por lo que toda jugadora que llegaba al equipo debía tener la convicción de ponerse la camiseta.
Rápidamente la forma de trabajar del coach Ceniceros impactó de forma positiva a la jugadora nacida en la Angelópolis. “Javier logró hacer crecer al grupo que no sumaba mucho talento pero que teníamos hambre y mucha voluntad”.
“También te diría que hizo con nosotras un grupo sano, ordenado y sumamente disciplinado en el que poca gente creía y que fuimos poco a poco ganando confianza en nosotras mismas. Él es un excelente líder y creo que siempre supo hacia dónde quería ir. Quizás nosotras éramos muy jóvenes para entender su visión, pero con el paso del tiempo una se da cuenta de todas esas cosas”.
Sobre el tipo de liderazgo y enseñanzas que Javier Ceniceros da en el día a día, Liz refiere que son relaciones de mucho respeto y aprendizaje de valores. “No es el tipo de entrenador que intima contigo. Él es más bien un maestro que instruye a través del ejemplo; no sólo para jugar buen baloncesto sino enseñanzas que aplicarás el resto de tu vida, como la puntualidad, el respeto por el adversario, la disciplina (que cuando eres joven puede parecer absurda pero no lo es) para respetar un comedor o un restaurante presentándose bien vestida, eso es sin chanclas ni short”.
Elizabeth menciona que en los momentos difíciles también hubo aprendizaje y unión dentro del grupo. “Con todo respeto te contaré que justo cuanto yo llegue al equipo, Javier pasaba por el momento más difícil por la enfermedad de uno de sus seres más queridos. Había una solemnidad en cada viaje, en cada comida, la tristeza era para todos; algunas veces lo vimos secarse discretamente las lágrimas, y sin embargo él siempre estuvo muy entregado con el equipo”.
“Estoy casi segura de que ni él mismo sabe cómo nos formó en esa época, cuánto llegamos a apreciar la salud de los nuestros, la amistad que a veces no es fiesta sino silencio. Es una anécdota triste pero que te puedo decir que nos llenó de gratitud y respeto en el trabajo de mi coach”.
De la temporada 2008-2009 en donde clasificaron al Final Four, recuerda cómo eliminaron al equipo favorito, el Tec de Monterrey y cómo consiguieron un subcampeonato con base a la dedicación y el trabajo en equipo.
“Cuando te enfrentas a un equipo tan ganador, su debilidad más grande es el exceso de confianza y la mayor fortaleza de nosotras era lo opuesto. Sabíamos que sería difícil y que debíamos estar muy enfocadas. Pará tener estos resultados se necesitaba trabajo en equipo, encabezado por Javier. Creo que en ese momento entramos todos en la misma sintonía, y el coach supo transmitirnos la determinación que tenía desde días antes”.
Y así como Javier le dio la oportunidad de entrar al equipos cuando ya había pasado el periodo de campo de pruebas, como profesionista Ceniceros González también le dio otra oportunidad: la de diseñar su casa.
“Fue de mis primeros proyectos ya en forma. La verdad es que es una de las tantas cosas que le agradezco, que haya confiado en mí junto a su esposa. Como arquitecta yo pienso que uno desempeña un papel importante porque vas a crear el ‘Nido’ de una familia así que en cada casa que hago dejo un pedacito de mi corazón, pero en especial fue un orgullo hacer la de mi coach y la de Vladi”.
“No me acuerdo bien cómo surgieron las cosas ni cómo y dónde les presenté el proyecto, pero te puedo decir que Javier y su esposa son personas sumamente sencillas y amables y que todo fluyó siempre de manera positiva”, finaliza.