Entrevistas
Ahorro ¿creatividad o imposición?
23 marzo Por: María Isabel Ascención Medina
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Imagina la escena: dos días para fin de mes; en la alacena medio paquete de pan tostado, una lata de atún; y en el refrigerador un poco de puré, leche, dos limones medio secos y lo que quedó  del pollo de ayer.

En tu tarjeta hay para una “Little Ceasars”, es más, alcanza para la promoción de dos pizzas con refresco, bastante tentadora como alternativa; pero recuerdas que no has pagado el recibo del gas y te sale más cara la reconexión, que debes echarle gasolina al auto  y que hay que comprar material para un proyecto que te urge entregar, ups  casi olvidamos que también falta el alimento para tu mascota.

¿Qué haces?, ¿cuál es tu salida?, ¿verdad que terminas recurriendo a la creatividad? Claro,  después de esa palpitación escalofriante que recorre tu cuerpo y tus pensamientos, te inventas unos tacos de puré con tinga, te preparas un agüita de limón,  y vaya ¡que delicia! Le has ganado al fatalismo momentáneo. Otra vez, la libraste.

Finalmente llega el ansiado día de paga. Una vocecita en tu cabeza te dice que deberías administrarte mejor, una más profunda te ruega que ahorres, pero eliges decirte “no, no pasa nada” o “quizá en otro momento, aún sigo muy justo”, nuevamente evades esas señales, casi divinas.

Te resulta fácil aislar el pensamiento porque de alguna forma ya te habituaste a manejar esos niveles de estrés, digamos te es cómodo de cierta manera. Y es que definitivamente nuestro cerebro no experimenta el mismo placer cuando gastamos, que cuando ahorramos.

Dicho de otra manera, ahorrar suele estar asociado a castigo,  a imposición, como si te quitaran la oportunidad de costear más cosas, o al menos es la creencia instantánea. Todo esto se debe principalmente al enfoque obsoleto del ahorro, el cual presupone que este es resultado de lo que queda entre el ingreso y los egresos. Ósea lo que sobra si es que sobra.

Así surgió el  mito  de que  quienes pueden ahorrar son solo los ricos, porque solo a ellos les sobra. Sin embargo, la nueva realidad (y no me refiero a la de la pandemia actual sino a la situación económica apremiante que el país como resultado de alternativas fallidas o poco eficaces,  para la generación de empleos, los fondo  y pensiones para trabajadores, el alto coste para los servicios de salud, electricidad, seguridad, etc.)  nos pide replantearnos nuestras premisas financieras.

Sin lugar a dudas, esas cosas  inmersas en la economía impactan a nivel  macro, y a nivel micro, y nos guste o no, ahí cabemos todos. Pero para no entrar en coyuntura  y el mensaje no se pierda, el enfoque que quiero compartirte sobre el ahorro, parte de que lo puedas considerar como un consumo más, no como un sobrante, debe estar ya en tu lista de egresos recurrentes, en esa misma  lista en la que está pagar el Netflix o el celular, pon el monto mensual con el cual puedas comprometerte, y gradualmente iras valorando el resultado.

Conseguir que el ahorro no duela es entender que justamente y gracias a él puedes seguir garantizando tu capacidad de consumir. Gastar, pagar, comprar, es algo que harás a lo largo de toda tu vida, por eso,  desde hoy garantiza esos recursos;  imagina que es como un  meses sin intereses adelantado y  a la inversa – porque ya luego te explicaré maneras de ahorrar para que tu dinero te haga tener más dinero- , es una mega tanda, para el porvenir.

Pues consiente o no, el futuro consumirá nuestros recursos. Por ello, los expertos nos recomiendan  ahorrar durante los primeros 20 años de nuestra vida laboral, porque si lo hacemos así, el resultado será el doble de lo que pudiéramos ganar y ahorrar en los últimos 20.

De modo que la paradoja abarca un poquito más allá de las matemáticas, es una especie de predicción aplicada a la vida real actual con base a lo que predice el curso de la demografía,

Hoy y antes de que te alcance el futuro, elige si quieres seguir en la zona cómoda del estrés o esforzarte un poquito para cambiar tus hábitos, conocimientos y términos sobre el dinero, sobre tu propia economía.

Incluso mientras más joven te entrenes, más fácil te será lidiar  con ese encanto inmediato que causa gastar,  en tanto, te dejo algunas ideas que pueden ayudarte a contrarrestarlo. Si no te parece divertido ahorrar como si de una fiesta se tratase, por lo menos se alejara del umbral de la lamentación.

Usa una alcancía, botella, caja de zapatos, lo que sea, y cada vez que tengas la necesidad de un gasto impulsivo mete una moneda de 10 pesos y de paso pide a alguien que te de un pellizco en el brazo, ok, puedes hacerlo tú mismo.

Paga a estudiantes o recién egresados por sus servicios, ese logotipo pendiente, el corte de tu cabello, la elaboración de tu dieta, la limpieza dental.

Trata de preparar tus alimentos en casa, organiza lo que puedas vender a un garaje o pon tu propio bazar y por favor desconecta los aparatos electrónicos que no utilizas, obvio el refrigerador no entra a discusión.

En las reuniones de navidad por ejemplo, juega al amigo secreto, así todos reciben regalos, pero una persona compra únicamente un regalo.  E incluso anticípate a las temporadas.

Haz uso de los cupones de descuento,  arma tu equipo de amigos casa ofertas y córranse la voz.

Con el mismo ingreso y  poco a poco lograrás conseguir de modo indirecto el mismo cumplimiento de tus obligaciones económicas, aprenderás a ahorrar y podrás empezar a diseñar un plan económico no fallido y soportado por mejores hábitos y comportamientos.


*María Isabel Ascención Medina es egresada de Ciencias de la Comunicación.

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