Ad Astra! (To the Stars!)
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Esta semana se ha agregado otra historia de dolor a la triste necrópolis en la cual lentamente se ha convertido mi amado México. Me sumo al dolor compartido por toda nuestra comunidad UPAEP por estas hermosas vidas perdidas, Ximena, José Antonio (Koti), Francisco Javier y Josué Emanuel. Me sumo completamente al sentimiento extraordinario expresado por la familia de Koti - que esta tragedia sirva para catalizar a todo un pueblo a cambiar. Por ellos, por Fátima, por Mara, por todas las personas cuya violenta ausencia sigue causando dolor…me sumo al grito por la justicia y el cambio.
¡Ya basta!
Esta situación no puede continuar. Este futuro no es sustentable. Esto debe cambiar. Sin embargo, el México de mañana no depende de los políticos. No depende del fiscal. No depende del presidente.
El México de mañana depende de todos nosotros. Depende de qué construyamos una cultura donde la vida tiene valor. Dónde el ser humano merece amor y respeto por ser humano - no por su dinero, su complexión, su acento, su vestimenta, sus conocidos, su familia, su origen, su manera de ser, su religión, su (…………).
Es demasiado fácil ver un acto tan violento y saber que estas personas violentas y repugnantes no son como todos nosotros. Que no hay nada que nos une o tenemos en común. Son personas que fríamente y sin sentimiento o pensamiento tomaron lo que quisieron, hicieron lo que quisieron, y lastimaron sin un pensamiento por lo que eso generaría en las vidas de otros. Así es.
Sin embargo, no tiene uno que buscar muy lejos para ver la semilla de este mal, plantado en toda una sociedad.
Veo el tráfico, y veo un conjunto de personas que prefiere cortar, pasar el alto, exceder velocidad, brincar la fila, y todos los demás problemas que nos aquejan día a día y veo una infinidad de conductores diciendo:
“Mi tiempo, mi necesidad, mis preocupaciones, mi hora de entrada o salida del trabajo o la escuela, o mi estado de ánimo en este momento…valen más que tu seguridad, nuestra paz y tranquilidad social en el tráfico, y lo que ocasionará mi falta de sensatez.”
Veo las tazas de acoso, humillación, discriminación, abuso y violencia que viven tantas personas en este país y veo demasiadas personas diciendo:
“Mi gusto, mi deseo, mi arrebato, mi orgullo, mi odio, mis prejuicios…valen más que tu paz, tu dignidad, tu integridad o tu autonomía.”
Veo un país de entre los más ricos del mundo con la gran mayoría de su población viviendo como si fuera un país apenas en vías de desarrollo, y veo una sociedad diciendo:
“Yo llegué. Yo lo logré. Yo tuve que sacrificar y pasar lista. Yo tengo la oportunidad de velar por mí y cuidar de los míos. No sé si tendré otra oportunidad así – vale más cambiar el futuro de mi familia que honrar la integridad de la nación y usar sus recursos para construir un México verdaderamente de todos.”
En ninguno de estos tres ejemplos sencillos hay un asesino. Nadie ha arrebatado una vida fríamente y sin sentido. Sin embargo, todos estos ejemplos cotidianos muestran una actitud arraigada de “tú vales menos que yo”. Y son sólo tres ejemplos entre muchísimos más.
Esta actitud la podemos cargar todos. En mi propia vida seguramente he sido culpable de estas actitudes más veces de lo que quisiera confesar. Sin embargo, es algo en lo que podemos trabajar para transformar. Eso nos toca a TODOS. Es un estilo de vida y una mentalidad.
Tu dinero no te hace importante en mi vida.
Tu necesidad no me da poder sobre ti.
Tu puesto político no te hace acreedor infinito e indeleble de mi respeto.
Tu servicio no te hace servil.
Tus conexiones no me impresionan.
Tu falta de conexiones no me hace más importante que tú.
Tu poder no me asusta.
Tu posición no es permiso de que te explote.
Tu fraccionamiento no me enmudece.
Tu vivienda no me hace superior.
Tu ropa y tu auto no me encela.
Tu vestimenta originaria es causa de orgullo, no desprecio.
Tu acento y tú origen no me hacen sentir superior.
Tus ancestros y cultura no me hacen sentir inferior.
Tu educación no me hace menos.
Tu falta de escolaridad no me hace más.
Tus capacidades diferentes no te devalúan.
Tú eres mi compatriota.
Tú eres persona.
Tú tienes valor.
Tú, me importas. Me importas porque eres persona. Me importas porque tienes derecho a vivir. Me importas porque vales tanto como yo. Me importas porque vivimos sobre este mismo frágil y pequeño planeta en un universo inmenso. Me importas porque mi alma reconoce la tuya.
Me importas tanto que, aunque tú hayas lastimado a otros y necesites ir a la cárcel por el bien de la sociedad, quiero que tus hijos tengan la oportunidad de vivir, ser educados y lograr con sus vidas hacer lo bueno que no podrás hacer.
Me importas tanto que, aunque yo te haya herido, quiero aprender cómo no volver a hacerlo y quiero saber cómo rectificar mi mal.
Me importas tanto que, voy a cuidar de ti cuando te vea con necesidad, aunque no te conozca.
Me importas tanto que, voy a construir un país con mejores condiciones para que también tú las disfrutes y no sólo yo y mis seres queridos o amigos políticos.
Me importas tanto que, no quiero ver a tus hijos y tus abuelos teniendo que pedir dinero en la calle.
Me importas tanto que, te quiero en un pueblo próspero en México, y no con una presión económica de migrar.
Me importas tanto que, no me molesta que tengas más éxito que yo...buscaré aprender de ti lo que te haya llevado a ello sin abusar de los demás.
Me importas tanto que, no uso mi poder para lastimarte o subyugarte, sino ayudarte y elevarte.
Me importas tanto que, sé que cuando tú sufres o vives la injusticia, todos perdemos.
Me importas tanto que quiero ver tus trabajos y oportunidades crecer a la verdadera altura de la riqueza en este país, y no mantenerte oprimido por sacar un poco más de ganancia a cuesta de tu vida y esfuerzo.
Me importas tanto que, quiero verte amar a Dios en paz, sin ser discriminado por tu manera de hacerlo...o no hacerlo.
Me importas tanto que, todos los días me levanto para hacer lo que puedo para cumplir todas estas palabras.
Cuando México pueda hablar así...cuando todos nosotros podamos vivir estás palabras, cuando nuestra niñez y juventud se vean repletas de estas enseñanzas en su vida diaria...entonces veremos un cambio.
Mientras tanto, al llegar esta noche, lloramos juntos. Nos unimos en gemir y sentir el increíble dolor de todas las familias que hoy tienen razón por llorar y acusarnos de que no nos importaron. Y mañana, con la bendición infinita de una oportunidad más, de un amanecer nuevo que tantos no tendrán - viviré una vida que honra estas lágrimas con el amor al prójimo que es nuestra única esperanza. Agradeceré la oportunidad de decirte con mi vida y acciones de nuevo:
Tú importas.
Tú vales.
Y mañana, juntos, viviremos nuestra misión de ser líderes transformadores y construiremos un México transformado.
Por Ximena.
Por José Antonio (Koti).
Por Francisco Javier.
Por Josué Emanuel.
Por Fátima.
Por Mara.
Por mi familia.
Por la tuya.
Por México.
Por todos.
Dr. Juan Manuel López Oglesby |