La experiencia de vida es fuente de aprendizajes sumamente enriquecedores; pero, sin duda, estar recorriendo por vez primera el camino de la elegibilidad para una acreditación internacional, nos ha colmado de enseńanzas. Podemos estar atendiendo múltiples frentes al unísono, pero no por ello podemos dejar de apreciar lo que hemos ganado en este recorrido.
Los primeros aprendizajes que tuvimos fueron términos que nos eran totalmente nuevos como learning outcomes. Pero, hoy, se han vuelto parte del vibrar de la universidad. El enfoque en learning outcomes nos han enseńado que los esfuerzos sinérgicos y sistemáticos que hagamos para medir las competencias transversales y disciplinares del estudiantado nos ayudan a reflexionar sobre nuestras prácticas, quehaceres y responsabilidades como formadores. La medición de los logros de nuestros estudiantes nos genera el peculiar orgullo de aquél que se sabe artífice de una tarea por demás encomiable y trascendente: educar a otros.
Una vez que los learning outcomes se filtraron en nuestra dinámica institucional, empezamos a explorar los operational outcomes o resultados operativos, reforzando nuestro mirar estratégico con respecto a la operación y a la mejora continua. El enfoque en outcomes o resultados, está ya ganando terreno en nuestros análisis contribuyendo a potencializar la mejora continua y la cultura de la medición.
La cultura de la evidencia es también un aprendizaje que hemos ido asumiendo en el camino. Con todo lo que implica la prolífica generación y resguardo de información de todas las áreas, nos ha reportado bondades que hoy nos permiten una conexión más intensa entre áreas, más sistematización de diálogos, renovada transparencia y una mejor gestión de insumos importantes para el posicionamiento de la universidad en procesos de evaluación externa como son los rankings y las acreditaciones.
Este trabajo sinérgico y cada vez más cercano que las diferentes áreas han ido cimentando y reforzando, es también un aprendizaje y un testimonio UPAEP de que academia y administración están unidos por un objetivo común: el éxito estudiantil.
Hay muchas voces externas que seńalan grandes abismos entre academia y administración en todos los entornos universitarios; sin embargo, los procesos que estamos hoy viviendo (como la construcción de los PTOs, el estrecho acompańamiento de distintas áreas a los procesos académicos de acreditación, etc.) son claro ejemplo de lo contrario. Y nos permiten valorar que siempre nos hemos esforzados por el éxito estudiantil, concepto que también recientemente se ha incorporado en nuestro diálogo.
Mucho es el reto, el desafío y el trabajo que tenemos enfrente dadas las metas de UPAEP en su apuesta por mantener y refrendar la calidad educativa, pero en el proceso no olvidemos recordar y congratularnos por los aprendizajes que estamos adquiriendo, las bondades que estas apuestas nos están proporcionando y el crecimiento que tendremos a partir de asumir estas enseńanzas que nos ayudan a seguir mirando a futuro como comunidad fuerte y abierta a los aprendizajes.
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Dra. Soraya Reyes Guerrero |
