Y llegó la Peste Negra, una de las muchas pandemias que ha vivido la humanidad. En aquel s.XIV, sin memoria cercana de tal afectación, se perdió más de un tercio de la población europea. Desde Asia llegó la enfermedad y prendió durante años, en un término que hoy nos es familiar (oleadas) llegando a su punto más mortal a mitad del citado siglo. Algunas cifras hablan de más de 200 millones de personas fallecidas por dicha peste.
Pero no quedó ahí. Su memoria impregnó las manifestaciones de pensamiento, artes, cultura… La muerte, que nunca había sido ajena a todos ellos, tomó posesión de un debate entre la resignación y el combate contra ella; ambas, dentro de dicho mal. Recordemos que la enfermedad no entiende finalmente de murallas ni de recintos fortificados, desde Alfonso XI de Castilla a un campesino florentino se vieron atrapados por ese ambiente de sacrificio y angustia. La sociedad se dejó arrastrar por cierto pesimismo, que no dejó de cantar las glorias, pero que de forma manifiesta atravesó, de suelo a cielo, a Giovanni Boccaccio, el Arcipreste de Hita, Durero, Pedro López de Ayala… en definitiva a todo el tejido social y económico del momento. Un mundo en crisis manifestó un sentido de la muerte, alejado y desconocido por la tradición cristiana, encaminado hacia tres jinetes que bien podrían ser apocalípticos: el terror, el espanto y el horror. Los sinsabores y los pesimismos anidaron en las manifestaciones culturales.
Y llegó el renacer. Sin seguir del todo a Giorgio Vasari y su teoría de un mundo medieval oscurantista como se dijo también del periodo Homérico, pero siguiendo la estela del importantísimo momento histórico del 12 de octubre de 1492 y el Encuentro en América, nos identificamos con un nuevo renacer. La lucha de décadas, con esfuerzo y sudor, dio paso al Renacimiento, basado en redescubrimiento del mundo clásico, teniendo al hombre como centro y, lo menos citado, con un matiz cristiano. La famosa obra de `El triunfo de la Muerte´ de Pieter Brueghel el Viejo (Museo del Prado, c. 1562) puso en el s.XVI escenario inmortal a lo mortal, pero entendiendo a una muerte igualitaria que necesita de una vida correcta para enfrentarnos a ella con esperanza de salvación. La sociedad se dejó inspirar por ella, sin olvidar el sufrimiento, que de cielo a suelo, anidó en Isabel I de Castilla, Sofonisba Anguissola, Luisa de Medrano, Isabel de Barreto, Sor Juana Inés de la Cruz… en definitiva, a todo el tejido social y cultural del momento. Un mundo en expansión y globalización manifestó un sentido de la vida, conocido y cercano para la tradición cristiana, encaminado hacia las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Los sabores y las alegrías anidaron en las manifestaciones culturales de la mano del Humanismo cristiano del Renacimiento.
Y llegó nuestro momento. Un mundo en crisis nos mira de frente desde hace más de un año. Las frases de que éramos felices y no lo sabíamos o el recurrido, cualquier tiempo pasado fue mejor, sacuden la red virtual cada pocos segundos con imágenes, frases cortas o videos de pocos segundos. Dentro de unos siglos nos mirarán, nos juzgarán, y depende de nosotros que reconozcan en nuestros rostros el inicio de un nuevo Renacimiento. La sociedad debe luchar con ánimo guiada por las Humanidades y el Humanismo, a modo de rodela y espada, contra la adversidad de estos momentos. No sabemos aún quien creará qué obra que marcará el siglo, no sabemos quiénes serán los nombres de mujeres y hombres que serán señalados en el futuro como guías de caminos de millones de personas, no sabemos qué virtudes serán recordadas como las referentes… Pero lo que sí sabemos hoy es que dicho momento, de nueva agonía o de nueva salvación, depende de todos y cada uno de nosotros, donde juntos, con las Humanidades y el Humanismo como defensa, debemos aspirar a que la fraternidad, la esperanza, la caridad, le fe y el amor, impregnen, no sin sudor ni lágrimas pues también son humanas, a todo el tejido social y cultural del momento. De hermano a hermano, debemos luchar por un mundo en expansión fraterna y globalizado donde, mirándonos siglos mediante, sonriamos por el hoy soñado y mañana logrado, Neo Renacimiento del siglo XXI.
Mtro. David Sánchez Sánchez Director Académico de la Facultad de Humanidades y de la Maestría en Estudios Históricos UPAEP |