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Filosofar en tiempos de crisis
06 mayo Por: Roberto Casales
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No ser solo espectadores de la reliadad, sino al contrario ser agentes que transformen a la sociedad es una de las invitaciones que el VIII Congreso de estudiantes de Filosofía UPAEP hace a los jóvenes universitarios.

Es en las crisis cuando hay mayor oportunidad de analizar e incidir en la sociedad, esta es una de las reflexiones que Roberto Casales, Director Académico de la Facultad de Filosofía UPAEP lanzó en el discurso inaugural del VII Congreso de estudiantes de Filosofía y el cual presentamos íntegro a continuación.

Muy buenos días a todos los alumnos, profesores y colegas que hoy nos acompañan en la 8ª edición de nuestro ya tradicional Congreso de Estudiantes de Filosofía. El día de hoy le damos también una calurosa bienvenida no sólo a los miembros de nuestra comunidad universitaria y a nuestras autoridades académicas, como al Dr. Martín López Calva, Decano de Artes y Humanidades, sino también a aquellos estudiantes de la UIC y la UP que se animaron a inscribirse a este evento. Para un servidor es un genuino gusto estar con todos ustedes en una edición más de un evento que no sólo ha impulsado la investigación, la reflexión y el diálogo crítico, sino que también ha dado vida a los ideales mismos de la universitas. A través de los distintos congresos de estudiantes que hemos tenido desde hace algunos años, en efecto, hemos promovido la consolidación de una comunidad de personas comprometidas con la búsqueda sincera de la verdad, la unidad, el bien y la belleza, algo que hace justicia tanto a nuestra misión institucional –“crear corrientes de pensamiento”-, como al propósito de todos aquellos centros de educación superior que se proponen genuinamente hacer vida universitaria. Si es que este tipo de instituciones quiere ser algo más que una mera fábrica de títulos y certificaciones, no podemos renunciar a la vocación universal al saber, a la investigación y, mucho menos, al diálogo.

Si algo ha caracterizado el modelo de formación que promovemos desde Filosofía UPAEP, es que queremos que nuestros estudiantes no sean meros espectadores de la realidad, capaces de diagnosticar todos aquellos síntomas y males que padecemos como sociedad, sino que también queremos que nuestros estudiantes sean verdaderos agentes de transformación social. A pesar de que la filosofía tiene un componente eminentemente teórico, ésta no debe renunciar a sus pretensiones prácticas de incidencia social, lo que implica que no basta con aprender a leer los signos de nuestro tiempo, sino que también es necesario generar propuestas que nos ayuden a vislumbrar la luz al final del camino. El filósofo UPAEP, en este sentido, está llamado a no permanecer en la vida contemplativa para insertarse en el ámbito propio de la praxis, a salir de lo que Arendt caracterizó en 1977 como el “solipsismo cartesiano”, actitud con la que caracteriza a todos aquellos filósofos académicos cuyas propuestas “desentonan con los datos más elementales de la existencia y la experiencia”1 , y que, por estar muy compenetrados en su propia caverna, se vuelven cómplices de las problemáticas que nos agobian. Si de verdad queremos que la filosofía tenga una cierta incidencia en la sociedad, la filosofía no debe desatender nuestro contexto histórico; por el contrario, debe estar inmerso en todas estas problemáticas, a fin de generar propuestas socialmente pertinentes, por más complejo que esto sea.

“Filosofar en tiempos de crisis”, como se intitula esta 8ª edición del Congreso de estudiantes de Filosofía que organiza la UPAEP, alude justo a la necesidad de tomar la crisis, no sólo desde sus problemáticas inherentes, sino también como una oportunidad para incidir en la sociedad. Más allá de que toda crisis introduce una serie de problemas, como lo podemos ver en la actual crisis sanitaria de COVID-19 y la forma en la que otras crisis se han amplificado a raíz de ésta, la crisis se presenta también como una ventana de oportunidad, ya que, como sostiene Carlo Bordoni al inicio de su entrevista con Bauman, “el concepto de crisis evoca la imagen de un momento de transición desde una condición previa a otra nueva; una transición necesaria para poder crecer, el preludio a un estatus diferente y mejor, un decisivo «paso adelante»”, de ahí que la noción de crisis “implica un cambio que puede muy bien ser un renacimiento tras un fracaso o una desintegración”2 . Las crisis nos ayudan a salir de todas aquellas zonas de confort en las que nos encontramos instalados, cara a responder a una situación que nos interpela, nos confronta y nos obliga a cuestionarnos nuestra forma de asumir nuestra propia existencia. De ahí que la crisis sea un momento propicio para la reflexión, un momento clave para que los filósofos salgamos de nuestra caverna y nos avoquemos a atender la realidad.


1Arendt, H., La vida del espíritu, trad. Birulés, F. y Corral, C., Barcelona: Paidós, 2016, p. 71.
2Bauman, Z.; Bordoni, C., Estado de crisis, trad. Santos-Mosquera, A., Barcelona: Paidós, 2016, p. 13.

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